“El sueño de
Internet es que cualquiera puede ser la CNN, pero eso es mentira”
El español Ignacio
Escolar es periodista gráfico y televisivo y referente global del
fenómeno weblog. Su página, www.escolar.net , es una de las más
visitadas de todas las disponibles en español.
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De
a ratos, suena como un periodista tradicional. Pero, de inmediato,
cambia y se calza el traje que mejor le queda: Ignacio Escolar es un
referente indiscutido en el mundillo de los weblogs hispanos.
Hiperkinético, habla casi sin pausas sobre medios, incluida su agitada
vida online, su trabajo independiente para las redacciones de varios
diarios de papel y su columna televisiva para la emisora “Telecinco”,
de Madrid, España. Sin embargo, su discurso se acelera más y más
cuando se refiere a su hijo dilecto:
www.escolar.net.
“Con un weblog cualquiera puede comunicar globalmente. Estamos ante
una forma de comunicación más parecido al habla que a cualquier otra
cosa”, arremete Escolar, que viajó a la Argentina para exponer en el
Congreso Iberoamericano de Periodismo Digital que se realizó en el
Auditorio del Malba, en Buenos Aires.
- Ahora que los usuarios se cuentan de a millones y su variedad es
prácticamente infinita, ¿cómo se define la palabra “weblog”?
- Desde el punto de vista del formato, es una serie de pequeños
artículos o comentarios que crean mensajes ordenados cronológicamente
con una periodicidad de publicación que no siempre es fija, sino que
depende de la voluntad del editor. Además, el público que lee
participa en la elaboración del contenido. Puede ser un weblog
unipersonal, colectivo o grupal, hecho por un conjunto de editores;
puede ser comunitario, es decir, alimentado por los lectores; o puede
ser un “wiki”, caso en el que la diferencia entre el editor y el
colaborador se desdibuja totalmente y todos meten mano a la página.
-¿Cuál es el origen de los weblogs?
- Al inicio, fueron páginas personales. Nacieron como una colección de
enlaces, tipo “El enlace del día”, en el que alguien ponía un link y
lo comentaba. La palabra lo dice: “log” es un registro y “weblog” es
un registro de enlaces. A partir de allí, vinieron sucedáneos
periodísticos y/o literarios muy distintos. Hoy, aquel mundillo de
pioneros “puntocom” se abrió a un universo mucho más amplio,
convirtiendo a los weblogs en un medio, en una forma de comunicación
más parecido al acto del habla que a ninguna otra cosa; una suerte de
tertulia accesible a cualquiera.
-¿Qué cambios culturales arrastra el fenómeno?
- El sueño de Internet es que cualquiera puede ser la CNN, pero eso,
al final de cuentas, es mentira: la de CNN sigue siendo la página más
vista del mundo y por mi página no pasa tanta gente como por la de
ellos. Pero, eso sí: ahora, cualquiera puede comunicarse globalmente;
de hecho, a mí me puede leer gente de todo el mundo y yo puedo
transmitir en tiempo real desde y para todo el planeta. En la
cobertura de noticias de la guerra en Irak, por ejemplo, se han
escuchado una serie de voces alternativas que enriquecieron el
panorama y obligaron a los periodistas tradicionales a ser más
estrictos que de costumbre. Eso es lo que hizo Salaam Pax, quien se
hizo famoso durante la guerra contando lo que pasaba delante de sus
ojos en su Bagdad.
-¿Cómo logra un desconocido que su información sea creíble?
- En España, hay un ejemplo muy conocido de un periodista que ganó un
Pulitzer por su cobertura de la guerra de Corea y que, para sorpresa
de todos, escribía desde Benidorm, en Alicante. Todas las mañanas
salía en la prensa “...Bajo el humo de las bombas...” y nunca salió de
su casa. Claro que, cuando se descubrió su mentira, le quitaron el
Pulitzer... La credibilidad la da la experiencia: la gente confía
hasta que la engañan. El eslogan de mi página es: “En aquel momento,
parecía una buena idea”. La frase refleja un poco el espíritu del
weblog: hoy estoy totalmente convencido de lo que escribo. A los dos
meses, me da risa.
- ¿Cuál es la relación con las fuentes de una noticia?
- Variable. Por ejemplo: antes de venir a Buenos Aires publiqué un
artículo sobre las elecciones en Madrid. Alguien del Ministerio del
Interior me había contado una irregularidad y no podía darla en mi
columna en Telecinco porque no tenía a esa persona grabada. En cambio,
sí podía poner en el weblog “alguien del Ministerio del Interior me ha
dicho esto y esto y esto...” Y lo hice.
- Eso le da entidad a un rumor...
- Sí, pero sólo como rumor, contado como rumor y declarado como rumor.
Yo no engaño a nadie. El weblog es un género de café. Yo no hablo en
la tele para 5 millones de personas de las mismas cosas ni en el mismo
tono que hablo con un amigo. Pues tampoco hablo igual en mi blog. En
los EE.UU., un juzgado equiparó los weblogs a las charlas de café. Y
yo estoy de acuerdo: no se le puede exigir lo mismo que a un medio
periodístico tradicional.
-¿Cómo se hace para posicionar bien un weblog entre un público tan
exigente como el de Internet?
- Es cuestión de criterio y tenacidad. Si no se actualiza, se cae.
Hace poco encontré una joyita, el himno empresarial de Telefónica (www.escolar.net/MT/archives/000107.html).
Desde la compañía negaban que existiera tal cosa, pero resultó ser muy
divertido, con una letra aberrante que daba mucha gracia... Subí el
MP3 y aumentaron mis visitas. Al día siguiente, se corrió la voz y se
sumó más gente. Esa es la mejor forma de imponer un weblog.
-¿Se puede medir el impacto de los weblogs y aventurar cuál será su
futuro?
- Siempre demasiado optimistas, las predicciones tecnológicas suelen
fallar en el corto plazo y quedarse cortas en relación al futuro
lejano. Con esto puede pasar cualquier cosa: modificar el sistema
democrático, provocar un cambio sobre la estructura del trabajo y/o la
estructura económica, etc., etc. etc.... Lo importante es que, al
incentivar la participación popular, abren una nueva posibilidad de
cambio. Y, a medida que la libertad de expresión se practique más y
más, la relación entre los gobernantes y los gobernados será otra. En
España, por ejemplo, tenemos un pueblito muy chiquito en el que los
ciudadanos discuten cada resolución a través de la red. Tal vez, si
ese sistema se hubiera trasladado a todo el país, Aznar, que tenía el
80 por ciento de la población en contra de la guerra, no hubiese
podido participar de la invasión a Irak.
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