Maradona confirmó
su pelea con Coppola
Polémico,
como siempre. A Diego Maradona le acaban de leer desde Buenos
Aires, vía telefónica, un cable que cuenta el malestar de quienes lo
llevaron de gira a Cuba. "No sé de qué pueden estar enojados si vine
aquí y no me pagaron un peso", se queja, con es voz tan suya,
ante los micrófonos de Radio Mitre.
"¿Así que dicen que yo no cumplo con el cronograma pactado aquí? Ellos
me tenían que pagar en Cuba y se hicieron los desentendidos. Igual
viajé, aquí estoy, di una conferencia de prensa y todo. Pero les
aclaré que hasta que me paguen, no me muevo más."
Es la una de la mañana en China y Diego amenaza con tomar el primer
avión de la mañana a París. Antes, tiene ganas de hablar. Típico
balbuceo que marca su malhumor. En el camino, se "acuerda" de sus
enemigos de turno Viviana Canossa y Fabián Gianola, quienes
seguramente han dicho algo que no gusto y cayeron bajo las garras
de los códigos maradonianos.
Sin tutear al periodista Néstor Ibarra, le confiesa al aire que "con
Coppola (su ex representante) no se pudo dar la eterna amistad que
nos prometimos. Ojo, yo no hablo mal de él ni creo que exista una
persona en el mundo que pueda hacerlo. Es un buen tipo y quizá en el
futuro nos volvamos a encontrar". Pone el freno de mano, más allá de
la confirmación que ya era un secreto a voces: el matrimonio comercial
Maradona-Coppola estaba disuelto hace varios meses. ¿Los motivos?
Claudia Villafañe, la ex de Diego, quería participar activamente en
los negocios. Esto, según cuentan, desató la ruptura.
Verborrágico, Diego no quiere profundizar sobre un tema que le duele.
Coppola, más allá de los números y de las conveniencias mútuas, fue
quien estuvo a su lado siempre. Para abrazarse al ídolo en el momento
de gloria o para "bancarlo" en situaciones extremas, como ese fatídico
verano en Punta del Este, cuando manejaba la camioneta 4 x 4 hacia el
hospital donde Diego terminó internado en un estado delicado.
Pero entre ellos algo se rompió. Al menos por ahora, Diegote y
Guillote caminan por veredas separadas. "El tiempo quizás los una", le
planteó Néstor Ibarra. Y Maradona, rememorando sus tiempos mozos, lo
gambeteó como pudo.
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