Un periodista
se hizo pasar por mucamo en el palacio real
El
reportero fue contratado hace dos meses. Fotografió las habitaciones
reales.
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Más que un
desafío a la seguridad del palacio, fue la peor tomada de pelo a la
monarquía, al primer ministro Tony Blair, al presidente George Bush y
al operativo para protegerlo, que incluía 14.000 policías, 250 agentes
secretos y 8 millones de dólares de presupuesto. El tabloide británico
Daily Mirror logró infiltrar durante dos meses a un
periodista dentro del palacio de Buckingham para trabajar como
mucamo de la familia real. Pudo fotografiar sus aposentos y la Suite
Belga, donde está durmiendo la pareja presidencial norteamericana.
El periodista Ryan Parry ingresó como "footman" en la jerarquía
militar que sirve en los palacios de la familia real británica.
Trabajó en ese rol durante 8 semanas, hasta publicar ayer su historia
en el diario, con las indiscretas fotos que llenaron de paranoia a la
seguridad estadounidense y sumergieron en el ridículo al palacio y a
la policía británica.
Un simple chequeo en Internet hubiera detectado que Ryan trabajaba
como redactor en uno de los diarios más vendidos del país. El servicio
de personal del palacio se conformó con unas referencias de sus días
de barman en un bar de Gales, que eran ciertas, y el chequeo de otra
carta de referencia —falsa— de una empresa de pintura.
Con su largo uniforme colorado, en un landau de la corona y con una
palidez extrema, Ryan Parry fue quien acompañó al cochero a recoger al
embajador argentino Federico Mirre a su residencia en Belgravia rumbo
a su presentación de credenciales ante la reina Isabel, el martes, en
Buckingham (ver El embajador...). Todavía se comportaba como un
mucamo real. Horas después, partiría para siempre del palacio.
"Si yo hubiese sido un terrorista intentando asesinar a la reina o
al presidente Bush, lo podría haber hecho fácilmente", escribió
Parry.
En la primera mañana del presidente Bush en Londres, Parry estaría
sirviendo el desayuno a Colin Powell y a Condoleezza Rice si hubiese
continuado con su trabajo durante el resto de la visita de Estado del
presidente norteamericano.
Nunca abrieron sus valijas o su mochila al entrar o salir del palacio.
El primer día que llegó a su trabajo le dieron un pase de seguridad
para todo el edificio y una pequeña habitación en el segundo piso,
cerca de la habitación de la soberana. Además, le entregaron el
uniforme, que era la mejor garantía para tener libre acceso a todas
las áreas. A los pocos días, hasta le revelaron los lugares
secretos donde se escondían las llaves de los aposentos reales y
el código del príncipe Andrés para ingresar al palacio.
Estaba en diario contacto con la comida de la reina, porque llevaba y
traía sus bandejas, y "podría haberla envenenado si hubiera querido".
Cuando el palacio se había convertido en una fortaleza por la visita
de George Bush, Parry pudo fotografiar sin dificultades las
habitaciones que ellos ocuparían. También fotografió el desayuno de la
reina, los departamentos de la princesa Ana, los príncipes Andrés y
Eduardo, y sirvió la cena de Sophie, la condesa de Wessex.
"Pero lo más remarcable es cómo conseguí un trabajo viviendo en
directo contacto con la reina, en la mayor operación de seguridad de
la historia británica", escribió Parry.
El partió del palacio el martes a las 10 menos cuarto de la noche,
antes de que llegara el presidente George Bush, sin que nadie
chequeara sus bolsas.
La familia real parece dispuesta a enjuiciar al periodista, porque
firmó un acuerdo de confidencialidad que le prohíbe como empleado
de la corona relatar intimidades. Pero aún no ha confirmado
oficialmente la decisión, después de que la Casa Blanca aseguró, tras
el papelón, que "sigue confiando en la seguridad británica".
El ministro del Interior, David Blunkett, tuvo que explicar ante el
Parlamento el error de seguridad y admitió que el sistema de chequeo
de las referencias de los empleados del palacio deberá ser revisado |
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