¿Qué tienen
los diseñadores argentinos para vestir a la “sociedad cibernética”?
La moda que se viene proyecta prendas súper
funcionales diseñadas para “vestir” a la sociedad cibernética. Los
textiles argentinos piensan insertarse a través del “hecho a mano”.
A la hora de
chusmear el moderno guardarropas que ya ofrece la industria
indumentaria mundial, no alcanzan los ojos para tanta mezcla glamorosa
de ropa y tecnología: bombachas con chips que alertan la llegada de
los períodos de fertilidad, sostenes que miden los latidos del
corazón, pijamas que dan sueño, telas que perfuman, repelen mosquitos
y hasta absorben el humo de los cigarrillos, son algunos de los
experimentos que los países más ricos (y, por ende, más “fashion”)
procrean como conejos. Al otro extremo de la vanguardia tecnológica,
la realidad del ropero local es bastante más “reciclada” y menos
“supersónica”: sorprenden los diseños basados en la creatividad y el
infalible “hecho a mano”, herramientas tan valoradas como posibles
para competir en el mundo.
Las vedettes indiscutidas de las temporadas futuras son las llamadas
“prendas interactivas”, verdaderas perlitas que responden como
máquinas a los estímulos propios y del ambiente, combinando iguales
dosis de estética y funcionalidad. Así, por ejemplo, no será raro que,
en pocos años, el dolor de cabeza ya no se combata con ibuprofeno en
grageas sino con una lindísima camisas hecha con fibras terapéuticas o
que el estrés descienda con sólo acostarse sobre sábanas
“tranquilizantes” como las que ya fabrica la empresa italiana Piu.
Claro que semejante planteo no alegra a todo el mundo: “Los
laboratorios están en pie de guerra. De hecho, Bayer abrió su propio
apartado textil para sumarse a la movida”, dice la socióloga Susana
Saulquin, ex directora de la Facultad de Diseño de Indumentaria Textil
de la Universidad de Buenos Aires.
Según la especialista, “a mediados de los noventa, cuando Internet se
masificó en el mundo”, los países desarrollados empezaron a combinar
vestimenta y “hi-tech”. En ese momento, los historiadores dejaron de
llenarse la boca con la palabra “posmodernidad” y empezaron a hablar
de una nueva era “cibernética” que anunciaba el declive de la sociedad
de masas. “En este marco social, la relación que tendrá el hombre con
su ropa se transformará radicalmente y dependerá, como todos los otros
ámbitos de la vida, de la incorporación de la tecnología,” dice
Saulquin. Y aclara: “Seguramente, en 2020, la moda no se llame más
moda (http://www.sociologiadelamoda.com.ar/Paper3.htm)”.
La experta augura un gran cambio basada, entre otros datos, en que no
sólo Bayer, sino muchas empresas ajenas a la industria de la
indumentaria, se han volcado de lleno a tantear el mercado.
Phillips, por ejemplo, ya desarrolló ropas inteligentes que se pueden
usar como campera, pero también como piloto, teléfono celular o equipo
de audio, según convenga. Dentro de este constante y ascendente “culto
a la moda robótica mundial” existe una vuelta al pasado que está
conviviendo, codo a codo, con lo “top” en materia de vanguardia
tecnológica. “Es que también hay una conexión entre los materiales
puros y la tecnología: el delicado capullo de seda trabajado a escala
masiva con poderosas máquinas industriales”. Así define a esta época
la diseñadora textil Karen Zander, desde su alejada oficina del
Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI-
www.inti.gov.ar),
para quien las puertas del “ropero cibernético” parecen estar bien
cerradas a la Argentina.
No es casual que sea desde su escritorio en el único organismo
nacional que se dedica a la investigación textil que la experta
reconozca que el país está “a años luz de destacarse” en la materia.
“No hacemos ningún tipo de desarrollo tecnológico. Sólo nos dedicamos
a viajar, traer tendencias y asesorar a los creadores”, dice. Algo más
cercano al Primer Mundo parece estar el diseñador Martín Churba (www.tramando.com),
uno de los pocos argentinos que apoyan su trabajo cotidiano en la
investigación tecnológica: "Tengo una línea llamada NO, que combina no
color y no costura; está fusionada”, explica. Haciéndose eco de la
“vuelta hacia lo artesanal”, Churba mezcla materiales industriales
“rudos” (plástico, teflón y poliuretano) con clásicos “tejidos a dos
agujas” o tramados aborígenes autóctonos.
Consultados sobre el futuro, Marcelo Ortega (www.unmonet.com.ar)
y Mariano Toledo (www.mtoledo.com.ar),
otros dos jóvenes diseñadores argentinos, consideraron que, en este
contexto, “el único camino posible para el país es la diferenciación.
Nosotros debemos explotar la ‘no tecnología’ a nuestro favor y crear
un perfil que nos distinga a nivel mundial", dice Toledo. Menos
optimista, Ortega sostiene que es precisamente “la industria del ‘es
lo que hay’ lo que nos incentiva a ser más creativos”. Según él, ese
valor agregado le permitirá al país arriesgarse a jaquear a tanta
prenda inteligente. El tiempo dirá si la indutria “costurera”
Argentina lo logra, o si, en cambio, está dando una puntada sin hilo.
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