La trágica historia
del "Elvis Presley afgano”
Murió en 1978, poco antes de que los
soviéticos ocuparan Afganistán. Perdió la vida en un accidente de
auto, al que muchos vinculan a un ex dirigente del PC local, molesto
porque el cantante salía con su hija.
El
cementerio se encuentra a 5 kilómetros de Kabul, la capital de
Afganistán. Hasta allí llegan pequeños grupos de hombres de edad
avanzada y parejas jóvenes que van directo al mausoleo de cemento que
se erige entre un heterogéneo grupo de tumbas dispersas. Su diseño no
es nada fuera de lo común: una serie de arcos de concreto que terminan
en una bóveda de varios metros de altura completamente cubierta de
mármol. Sin embargo, allí, los afganos amantes de la música se sienten
en Memphis.
Hace algunos meses, un grupo de fans reconstruyó la tumba de la
estrella pop local Ahmed Zahir, que reinó durante los años 60 y 70,
cuyo mausoleo fue derribado por los talibán, famosos por odiar todo lo
occidental. Hoy, los devotos de Zahir se reúnen de a miles para rendir
tributo a la única celebridad moderna de Afganistán, al que llaman el
“Elvis afgano”. “Era un cantante maravilloso y un hombre
extraordinario”, dijo Sharifa, de 52 años. “Tenía un corazón enorme y
su cabellera parecía hecha con plumas de pájaro”.
A pesar de encontrarse divididos por sus rivalidades étnicas y los
últimos 23 años de guerra, los afganos coinciden en su amor por Zahir.
Por ser un pashtún que cantaba en el otro idioma de Afganistán, el
persa, y por ser hijo de un primer ministro que defendía a los pobres,
simboliza para muchos la edad de oro de los 70, cuando Afganistán
pasaba por su mejor momento. “La gente siempre lo amará.
Verdaderamente, era el Elvis Presley de Afganistán”, dijo Said Makh-doom
Raheen, actual ministro de cultura afgano.
“Los talibán intentaron impedirnos que siguiéramos viviendo, pero
nuestro amor por Ahmed Zahir era demasiado fuerte para ser desterrado
”, dijo Saraijahan, un peregrino de la provincia Parwan, en el norte
del país. “Zahir era nuestra estrella más brillante: Nunca tendremos a
otro como él”, dijo Omán, un maestro que realiza una peregrinación
semanal a la tumba. “Yo lo quiero mucho, pero mi esposa y mis hijas lo
quieren aún más. Todas las mujeres aman a Ahmed Zahir”.
Zahir surgió como un prodigio musical en la escuela secundaria Habibir,
de Kabul. Su padre, el ex primer ministro Mohamed Zahir, no estaba de
acuerdo con la carrera que había elegido su hijo, pero se sintió
aliviado cuando, durante una caminata con el muchacho por Kabul, la
gente lo reconocía más al chico, que por entonces tenía 15 años, que a
él, que había sido primer ministro. Zahir cantaba poesía persa clásica
y sus propias canciones de amor y actuaba por todo Afganistán, como
así también en Irán, Pakistán, India y Tajikistán.
Su música fusionaba estilos orientales y occidentales y mezclaba la
percusión tradicional con instrumentos caracterizados como
“occidentales”, como el saxo y la guitarra eléctrica. Pero, en
septiembre de 1978, 15 meses antes de que los tanques soviéticos
ingresaran en Afganistán, el sueño murió. Zahir, de 33 años, murió en
un accidente automovilístico en las afueras de Kabul. Por entonces, se
corrió el rumor de que su muerte había sido arreglada por Hafizullah
Amin, una figura poderosa del partido comunista gobernante.
En Afganistán, se dijo que Amin había arreglado el accidente con la
intención de poner fin al noviazgo que su hija mantenía con el
cantante. Un millón de personas asistieron al funeral. “Aunque lo
considerábamos nuestro Elvis, Ahmed Zahir era un verdadero afgano que
cantaba para los ricos y para los pobres, para los hombres y para las
mujeres. La verdad es que todos lo amaban, excepto, claro, los talibán”,
dijo Ubaid, un cantante local, fana de Zahir, que acaba de regresar de
una gira por la India.
© The Guardian
Traducción de Claudia Martínez
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