Brecha digital: en
Suiza, el Tercer Mundo pidió ayuda; los países ricos, más tiempo
Las
proclamas, sobre todo las referidas al poder de Internet y al
potencial de la tecnología para sanear problemas de toda índole, son
bien conocidas y suenan repetidas a los oídos de los asistentes a
cualquiera y a todas las cumbres de la Sociedad de la Información. La
última reunión, que culminó el fin de semana pasado en Ginebra, Suiza,
no fue la excepción y se sumó a la larga lista de encuentros que
imprimen un decálogo de buenas intenciones que no suelen pasar de
allí. Otra vez, las discusiones centrales fueron pateadas hacia
delante, más precisamente para 2005, cuando, en Túnez, se llevará a
cabo la segunda parte de esta misma cumbre.
Hasta entonces, los países miembros de la ONU se comprometieron a
desarrollar estrategias nacionales a fin de fortalecer la Sociedad de
la Información. Será en Túnez donde ricos y pobres deberán acordar
cómo se financiará un postergado fondo de solidaridad para superar la
"brecha digital" que se profundiza entre los países en vías de
desarrollo y las naciones industrializadas. "La Sociedad de la
Información se ha formado de manera distinta en el mundo", señaló un
documento final de la cumbre, de 14 páginas de extensión, que
sintetiza los tres días de discusiones y, además, incluye un plan de
acción para respaldar el desarrollo de tecnologías de la información
en los países pobres.
“Impresionan los descubrimientos científico tecnológicos del último
siglo y su incesante dinámica. Pero lo realmente sorprendente es el
contraste entre el progreso material reservado para algunos y el
atraso cada vez más agudo del humanismo y la solidaridad”, dijo
Ricardo Alarcón, el representante de la delegación cubana. “Se diría
que es el mismo discurso leído por todos los estadistas”, ironizó
Frank Morgan, presidente de la Organización no gubernamental
International Association for Media and Communication Research. Tras
este mensaje se encolumnaron los activistas, que también publicaron su
declaración final alternativa.
“Lamentamos que la información y el conocimiento sean transformados en
mercancías privadas que pueden ser controladas, compradas y vendidas
como materia prima", dijeron los representantes de las ONGs. El
ministro de educación de la Argentina, Daniel Filmus, festejó que la
declaración final reivindicara una deducción de la deuda externa en
beneficio de inversiones en la educación."Queremos discutir
estrategias e instrumentos para su conversión en inversión en
educación, ciencia y tecnología", había dicho en Filmus, quien además
reclamó "una atención particular para que se contemplen programas de
liberación de recursos para financiar proyectos de aplicación de las
nuevas tecnologías".
El avance científico y tecnológico se distribuye de modo desigual
entre los países ricos y los países pobres, pero también dentro de los
propios países, sin importar en qué grupo se inscriben. Las
estadísticas son incontrastables: casi el 90 por ciento de los
usuarios de Internet de todo el mundo vive en países industrializados
y por eso suena tan ambicioso como irreal el anunciado plan con el
que, en 2015, la ONU estima haber conectado a la red a todas las
escuelas tercermundistas. El delegado cubano sumó estadísticas: “Para
2002, se calculaba que sólo el 2,4 por ciento de la humanidad accedía
a Internet, mientras que el 50 o el 60 por ciento luchaba contra la
pobreza”.
Por su parte, los países en desarrollo coincidieron en formular un
pedido común: Internet no debe quedar en manos privadas y se debe
crear un organismo intergubernamental que promueva la transferencia de
recursos financieros y de tecnologías a las naciones más pobres. "De
Ginebra a la próxima Cumbre de Túnez, el plan de acción que se pondrá
en marcha debe llevar el acento en la corrección de estas
desigualdades y, a la vez, debe imaginar un gobierno de Internet mejor
que el actual, monopolizado por los Estados Unidos y el idioma
inglés", resumió el ministro Filmus.
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