Quieren obtener
combustible y agua de las rocas marcianas
Ya está. El
robot MER-A, de la misión Spirit, está por dar sus primeros pasos
marcianos. Y el MER-B, de la misión Opportunity, se sumará en los
próximos días a la exploración. La humanidad observa deslumbrada las
primeras imágenes —tridimensionales y de altísima calidad— de Marte.
Pero en los próximos meses, las miradas de los especialistas van a ir
cambiando de dirección. Los robots dejarán de ser los protagonistas y
entrarán a escena los humanísimos astronautas. Las próximas
estrellas de la conquista de Marte, según anunciará mañana el
presidente George W. Bush.
Claro, no va a ser nada sencillo que los pies terrícolas pisen el
Planeta Rojo. El desafío es enorme. En la NASA lo saben. Y por eso,
preparan toda su artillería para llegar con éxito a ese lejano día D.
El principal desafío será transformar la recontrafría, estéril y
seca superficie marciana en un lugar mínimamente habitable para
los exploradores. Que tenga el suficiente oxígeno para
respirar, la suficiente cantidad de agua para tomar o el
suficiente magnesio e hidrógeno para producir el combustible de
los cohetes. Si es que alguna vez quieren volver a casa.
Como es imposible llevar todo eso, en la cantidad necesaria, a bordo
de una nave que demora siete meses en llegar a destino, y otros tantos
en volver, no queda otra alternativa que obtenerlo allí mismo, en
el suelo marciano. "Cuando Colón, por ejemplo, salió hacia América
sabía que iba a encontrar algo para comer en el camino. En cambio, si
vamos a Marte, estamos yendo a un lugar que sabemos que no hay vida,
que no hay nada", dice Raúl Colomb, director de la Comisión Nacional
de Actividades Espaciales (CONAE).
Para encontrar una solución a este problema, la NASA financia una
investigación del científico Ken Debelak, de la Universidad de
Vanderbilt, quien estudia cómo utilizar el dióxido de carbono (CO2)
—el principal gas en la atmósfera de Marte— para extraer de las
rocas marcianas los elementos químicos esenciales para la vida.
La atmósfera marciana es liviana y pobre, comparada con la de la
Tierra. Y tiene cerca de un 95 por ciento de dióxido de carbono.
Debelak está convencido de que ésta es, precisamente, la gran ventaja
que tiene Marte. Con el dióxido de carbono, dice, se puede "cosechar"
casi todo lo necesario para la subsistencia humana. Cuando se lo
somete a una altísima presión (de 73 atmósferas) y se lo calienta a
más de 31,1 grados, este componente pasa a un estado que se conoce
como "fluido supercrítico" y que, en este caso, se comporta como un
solvente. Con el que se les podría extraer a las sequísimas rocas
marcianas magnesio y agua.
El fluido supercrítico es un estado de la materia muy extraño. Es como
un gas pero se parece a un líquido. Prácticamente cualquier elemento
químico puede adoptar ese estado. Por ejemplo, el agua. Se convierte
en fluido supercrítico cuando está dentro de las máquinas de vapor.
Allí trabaja a altísima presión y temperatura. En ese caso, el agua
común también actúa como solvente. Puede disolver, incluso, las puntas
de las aspas de una turbina. Debelak asegura que el dióxido de carbono
en estado supercrítico se comporta de manera semejante.
El solvente es tan poderoso que de las mismísimas rocas marcianas
podría extraer todo tipo de sustancias químicas. A la hora de elegir,
el magnesio parece ser el principal premio que se puede obtener a
partir de una roca marciana. Es que el magnesio arde fácilmente y
puede ser utilizado como combustible para los cohetes. Y además,
es muy probable que pueda encontrarse en los suelos de Marte. Los
datos que está enviando en estos momentos el robot MER-A serán de
fundamental importancia para ver cómo sigue esta línea de
investigación.
"El objetivo es que, cuando los astronautas estén listos para regresar
a casa, puedan fragmentar el magnesio, colocarlo dentro del motor del
cohete, y luego agregar algún elemento oxidante con el que se logre la
combustión. La idea forma parte de uno de los escenarios en los que se
trabaja para la exploración de Marte, que incluye la utilización de
magnesio como combustible de los cohetes", explicó Debelak a
Science@NASA, un periódico online.
Por supuesto, el segundo gran trofeo sería obtener agua. Y esto
también es posible para Debelak. Algunas rocas marcianas (así como
algunas terrestres) contienen hidrógeno. Entonces, cuando estas rocas
sean sumergidas en dióxido de carbono supercrítico, el carbono se
"fijará" en la roca y de este modo liberará el oxígeno, que encontrará
otro elemento clave: el hidrógeno. El proceso "producirá" agua.
Eventualmente, los futuros colonizadores de Marte podrían montar
plantas que utilicen el dióxido de carbono de la atmósfera para
procesar cientos de kilos de materia prima al día. Esa es la idea
final del proyecto.
En su laboratorio de la Universidad de Vanderbilt, Debelak y su equipo
sometieron distintas sustancias al efecto del dióxido de carbono
supercrítico. Quieren conocer, con seguridad, qué minerales son
fácilmente solubles y cuáles no lo son. Y si no lo son, determinar
cómo puede ser mejorada la solubilidad. Por ejemplo, agregándole
alguna otra sustancia al dióxido de carbono. Pero el principal
inconveniente, difícil de resolver a la distancia, es saber cómo
funcionará el solvente en Marte. "Para nosotros es una intriga. Marte
es un medio ambiente totalmente extraño. Allí, las reglas son
diferentes. Por ahora estamos tratando de descifrar las reglas.
Después podremos saber cómo jugar el juego", indicó
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