El dolor de espalda crónico 'encoge' el
cerebro
Padecer
dolor de espalda crónico deteriora tanto la materia gris como más de
una década de envejecimiento. Al parecer, los pacientes que sufren
lumbalgia durante años presentan una serie de deterioros cerebrales
que contribuirían a cronificar el dolor.
Estos
expertos habían hecho ya varios trabajos previos sobre el tema, que
asociaron a la lumbalgia crónica un funcionamiento anómalo del
cerebro. En su nueva investigación, publicada en
'The Journal of Neuroscience', decidieron examinar la forma de
este órgano. Para ello una cincuentena de voluntarios (26 de ellos
con dolores de espalda desde hacía tiempo) se sometió a una
resonancia magnética.
"Este es el primer estudio que ha
demostrado anomalías morfométricas en el cerebro asociadas al dolor
crónico", señalan. La materia gris de los pacientes (de 528
centímetros cúbicos, como media) era un 5% más pequeña que la de los
voluntarios sanos 559 cc). Al ajustar otras variables (edad, sexo y
duración del dolor) se observaban unas reducciones de hasta el 11%.
Cada año con dolor crónico suponía una disminución de 1,3 cc
de masa cerebral.
"Dado que la atrofia normal de la
materia gris es de un 0,5% por cada año de envejecimiento y la
ocasionada por el dolor de espalda crónico es de entre un 5% y un
11%, la magnitud de la atrofia cerebral ocasionada por la
lumbalgia equivale a entre 10 y 20 años de envejecimiento",
estiman los autores.
Dos 'regiones' cerebrales
En concreto, las zonas que se veían
más afectadas están asociadas a la percepción del dolor: el tálamo y
la corteza prefrontal dorsolateral (DLPFC, en inglés). Esta última
es la 'responsable' del dolor agudo. Al atrofiarse mermaría su
control sobre la actividad orbitofrontal (asociada a las sensaciones
negativas)
"Creemos que la atrofia de ciertas
zonas dicta la actividad cerebral que se observa en el dolor
crónico, y podría explicar el paso del dolor agudo al crónico
al hacer que la actividad cerebral relacionada con las percepciones
dolorosas pase del cingulado anterior [que es donde se generan las
sensaciones dolorosas de los individuos sanos] a la corteza
orbitofrontal", sostienen los investigadores.
Lo que estos investigadores
desconocen, por el momento, es si esta atrofia se debe a una
contracción del tejido que no afecta a las propiedades neuronales
(en cuyo caso "un tratamiento adecuado podría revertir" estos
cambios) o bien "se debe a procesos más irreversibles". Asimismo,
advierten que el diseño de su trabajo no permite establecer
relaciones de causa-efecto, sino simplemente que existe un
vínculo entre el dolor crónico y el deterioro cerebral
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