La basura de los famosos
“Dime qué tiras
y te diré quién eres”. Con este eslogan en la cabeza, los
prestigiosos fotógrafos franceses Pascal Rostain y Bruno Mouron han
escudriñado, durante varios años y en sucesivos viajes, decenas de
bolsas de desperdicios. Sus dueños son estrellas de Estados Unidos,
desde Madonna a Marlon Brando, pasando por Antonio Banderas. Una
nueva serie de Magazine en la que se podrán ver los restos de
hamburguesa de Cindy Crawford, la lata de caviar sin abrir de
Nicolas Cage, el tinte de pelo de Sharon Stone
Halle Berry
Actriz. 36 años. Utiliza multitud de productos
cosméticos, pero al parecer ninguno de la marca que ella misma
promociona.
Halle Berry está de limpieza, tanto corporal como de algunos de
sus recuerdos. Y parece que se encarga con mucho esmero de su
bendita anatomía. Especialmente ahora que acaba de estrenar
soltería. Lo prueba la multitud de potingues como cremas
hidratantes, colonia, aceites, un acondicionador a base de
aceite de Jojoba para profesionales, bálsamos para los ojos,
champú francés y una crema para peeling corporal. De Revlon,
marca para la cual presta su imagen, nada de nada. Es más, hay
un recibo de un asalto a una tienda de cosméticos por casi 500
dólares. Todos los productos que adquiere son de la marca Fresh,
la competencia. Para mantener sus carnes prietas y poder lucir
el palmito enfundada en una prenda íntima de Victoria’s Secret
(ver caja a rayas rosas y blancas), la actriz hace uso del
programa diseñado por Harley Pasternak. Eso muestra la hoja
suelta que detalla una tabla de nutrición diaria confeccionada
por este gurú que se ocupa de los cuidados físicos.
Pasternak es el creador del sistema de entrenamiento
multivariable, que combina las matemáticas con el ejercicio y la
fisiología y cuenta con una famosa lista de clientes, entre
ellos los actores y actrices más adinerados de Hollywood. Eso
sí, nuestra protagonista va de vez en cuando de visita al médico
por si las moscas, como demuestra un comprobante de tarjeta de
crédito por más de 400 dólares. Cabe señalar, sin embargo, que
cuando se hizo la recolecta de las basuras, hacia el segundo
trimestre de este año, Halle Berry estaba todavía convaleciente
de un accidente sufrido durante el rodaje de la película
Catwoman.
Fotos. De su mente –alterada tras su segundo divorcio,
acaecido este año– poco sabemos, pero se intuye que está
purgando sus errores sentimentales. De momento, ha empezado por
eliminar rastros visuales de su segundo ex marido, el cantante
Eric Benét (Jordan), a quien echó de su casa unos meses antes de
la recogida de estas muestras de desperdicios. Son tres
fotografías del ex en una fiesta, al lado de famosos como Robin
Williams y Billy Crystal.
Sobres. Otro rastro, aunque de distinto calibre, pone de
manifiesto el posible torbellino emocional que Halle Berry debe
estar experimentando. Se trata de varios documentos –un sobre
personalizado, una libreta y tres vales para el sorteo de una
beca– con el membrete de la prestigiosa escuela privada John
Thomas Dye. Situada en el exclusivo barrio de Bel Air, en Los
Ángeles, es donde aparentemente estudia India, la hija natural
de Benét, de 12 años, a quien la actriz trató como propia
durante los casi tres años que duró su matrimonio.
Zapatos. El vínculo entre la actriz y la niña –que perdió
a su madre en un accidente de coche–, puede que se haya roto.
Una hipótesis que presenta la curiosa colección de calzado
hallado en su cubo: tres pares de chanclas, dos de
zapatillas-peluche y tres pares de deportivas. ¿Qué mujer en su
sano juicio tiraría tanto calzado a la vez?
Latas. A falta de respuestas, habrá que apostar por una
hipótesis razonable. Quizás se deba a la venganza o simplemente
a una especie de catarsis. O lo que es peor, igual ha perdido un
poco de cordura. Hay varios detalles que, como mínimo, podrían
alimentar esta última idea. Para empezar, no hay rastro de
comida, tan sólo un envase de una sopa de fideos con pollo y
vegetales y tres latas de Coca-cola light. Sus admiradores dirán
que está muy ocupada y que come fuera de casa. Muy bien, pero,
¿qué explicación tiene la cajita con muestras de pelo? ¿Y el
hecho de que no rompa nada antes de tirarlo a la basura?
Antonio Banderas
Actor. 45 años. Como buen californiano de adopción, ha
asumido la dieta sana propia de la zona: zumos variados, leche
orgánica...
Si las mujeres supieran que Antonio anda sin calzoncillos, se
desataría la locura. Su residencia en la zona de Hankok Park, en
Los Ángeles, se vería asediada por hordas femeninas. Menos mal
que ahora el actor malagueño se encuentra trabajando en la
segunda parte de las aventuras del Zorro. Esperemos que al menos
utilice la capa para protegerse las partes pudendas. Si no,
siempre podrá sonreír. Lo de tirar el calzoncillo a la basura
será por el cambio de estación, que invita a hacer limpieza. La
prenda, al igual que el resto de los desperdicios, fue recogida
hace pocos meses, justo cuando la primavera presentaba sus
credenciales. También decidió olvidar al jefe de Gobierno de
Andorra, cuya tarjeta digital de presentación, o algo parecido,
fue a parar al cubo de la basura, igual que un pin con el
característico logotipo del país. Adiós a la temporada de esquí
en los Pirineos. A pesar de vivir a miles de kilómetros de
distancia, mantiene un lazo de conexión con su país de origen.
Una muestra de ese apego a España aparece entre los desperdicios
fotografiados en forma de recibo de una librería. El susodicho
documento descubre la compra de varios libros sobre Salvador
Dalí por unos 170 dólares. Adquisiciones de las que Antonio
tiene que ser responsable directo, pues estaba considerando
interpretar al famoso pintor catalán.
Prensa rosa. ¿Y ese ejemplar de Lecturas? Falta coraje
hasta para formalizar ninguna hipótesis. Debe ser alguien que
gusta de estar conectado con la actualidad de los famosos, pues
también hay un ejemplar de People Magazine y de IN New York con
Antonio en la portada. Luego dicen que en casa del herrero
cuchillo de palo.
Leche y zumos. En este hogar, sin entrar en temas de
cubertería, se respiran aires españoles, pero la dieta es
extranjera. Eso sí, se come sano, obsesión casi oficial en el
sur de California. Aquí lo intentan con agua Evian y Fiji –dos
marcas que se disputan el cetro de lo cool–, varias dosis de
zumo natural (hay cinco botellines), leche orgánica enriquecida
con calcio (cinco cartones de bolsillo de tres sabores
diferentes y uno grande) y leche orgánica sin lactosa (dos
cartones grandes). Tanta leche quizá sea para los más jóvenes.
Sobre todo para su hija Stella del Carmen.
Queso. Y ya que sale el tema de los productos lácteos, en
casa de Banderas hay alguien que se pirra por el queso,
especialmente de la marca Sargento. No es queso importado; lo
elabora una empresa de Wisconsin, la primera que en i958
comercializó queso rallado. Toman Sargentos de varias
personalidades, formas y colores, como corresponde a los tipos
Mozzarela, Monterrey, Colby y Jarlsberg. En lonchas y rallado.
Para no desentonar con los estereotipos de los nativos, alguien
ha dado cuenta de unas bolsas de Doritos, Cheetos y Bagel Bites
–algo así como donuts de pan cortados por la mitad con queso y
potingues varios encima–, tentempié concienzudamente americano.
Canción. Si forzamos la imaginación, incluso se puede
leer en las entrañas de la basura –igual que los druidas en la
antigua Galia– los signos de una disputa familiar. Después de
algún posible encontronazo, puede que Melanie Griffith tirara el
retrato de Antonio a la basura y él hiciera lo propio como
venganza con las partituras y una cinta grabada con una canción
que lleva el nombre de su esposa. La letra, que empieza con
Melanie, woman of my dreams (Melanie, la mujer de mis sueños),
suena a oda de admiración. ¿Por qué terminó entonces en el cubo
de la basura? Quizás el calzoncillo tenga la respuesta.
Pierce Brosnan
Actor. 51 años. Gran amante de la vida al aire libre. Sus
desperdicios están relacionados con la acampada.
¿Dominguero o profesional de la acampada? Esa es la cuestión.
Los Brosnan, que disfrutan de su tiempo libre entre el sol de
Malibú, en la costa californiana, y la exuberante naturaleza de
Hawai, son reconocidos amantes de los deportes al aire libre y
acérrimos defensores del medio ambiente. Para predicar con el
ejemplo, se van de camping. Y en serio. Los restos encontrados
en sus bolsas de basura así lo confirman. ¿Para qué, si no,
querrían una ducha portátil? Además de este artefacto, casi
todos los objetos encontrados son susceptibles de ser utilizados
en el transcurso de una excursión. Los más obvios son la
etiqueta de la conocida marca The North Face de equipamiento
para montañeros profesionales y aficionados, y los dos recibos y
la bolsa de Rei, una cooperativa con más de dos millones de
miembros repartidos por toda la geografía del país, que también
vende productos similares. Los Brosnan compraron en esa empresa
una chaqueta y una parka.
En cuanto a la indumentaria para Pierce Brosnan y señora, la
periodista Keely Shaye-Smith, quizás utilizaran las prendas que
iban unidas a las etiquetas de GAP. Sorprendente elección si
tenemos en cuenta que él cobró más de i5 millones de dólares por
Die Another Day, su cuarta y hasta la fecha última aventura como
el espía James Bond.
Calcetines. Uno asume que con ese salario la pareja
podría vestirse tranquilamente con uniformes para el exterieur
confeccionados por Dior, pero no. Son gente que gusta del
contacto directo con la tierra –para plantar utilizan abono
orgánico–, así que en sus visitas al bosque o a las zonas de
acampada necesitan objetos útiles. Cosas con menos glamour, pero
básicas para la supervivencia o el confort. Así lo indica otra
etiqueta (y van ocho) que corresponde a unos calcetines de
señora acolchados, ideales para caminar, o dos rollos de papel
higiénico –uno a medio terminar, el otro manchado de amarillo–
con las revistas de lectura correspondiente para preparar con
todo detalle las excursiones al aire libre, un tenedor de
plástico, la lista de la compra y un par de cosillas para comer:
una ración individual de ternera con fideos y una lata pequeña
de la marca Menudo de Juanita, callos típicos elaborados en
México.
Rifles. Con un menú de este calibre, cualquiera se queda
dentro de la tienda de campaña. Lo mejor es airearse. Será por
eso que compraron tres rifles de juguete de aire comprimido,
para pasar el tiempo en sus ratos de ocio. Un pasatiempo –el de
utilizar los rifles, claro– bastante curioso para alguien que
participa activamente en la protección de animales amenazados
como los delfines y es miembro del consejo directivo de ECO
(Earth Communications Office), una organización formada por
profesionales del mundo del cine que lucha por proteger el medio
ambiente educando a las empresas del ramo. Lo de las pistolitas
será el ramalazo dominguero que ataca a todos los que viven en
la urbe y se escapan del cemento o la añoranza de cuando han
jugado a ser James Bond.
Niños. Al menos, los Brosnan lo hacen todo en familia.
Bueno, casi. Sólo quedan con ellos los dos más pequeños, Dylan,
de siete años, y Pris, de tres. Los otros tres que faltan –dos
de los cuales son hijos de su primera mujer, Cassandra Harris,
que falleció de cáncer en i99i– ya tienen edad para volar solos.
Uno de ellos aparentemente sin paracaídas. Su nombre:
Christopher. Edad: 32. Ha sido acusado de robo y hospitalizado
por abusar del alcohol y de drogas como el GHB (Gamma
hydroxybutyrate), también conocida como X líquido o simplemente
G.
Arnold Schwarzenegger
Ex actor. Gobernador de California. 57 años. Le gusta lo
exquisito: los mejores habanos, buen vino, trajes de Armani.
¿Hipocresía o negligencia? O las dos. El que fuera héroe de
acción de la gran pantalla en la década de los 80, padre de
familia y ahora funcionario público, resulta que revela uno de
los secretos peor guardados de su vida: la pasión por los puros
cubanos. Su basura lo dice. Una bolsa de plástico con el
logotipo de Partagás –que seguramente sirvió para almacenar una
compra sabrosa–, una hoja con los productos de Casillas, otra
marca de habanos, y lo más comprometedor: una colilla de Cohiba.
No pasaría nada si Schwarzenegger viviera en su Austria natal,
pero dado que trabaja como gobernador de California, la
situación se presenta, al menos, incómoda. Especialmente si
recordamos el bloqueo comercial –recientemente endurecido por
George W. Bush– contra productos cubanos auspiciado por John F.
Kennedy en i963. Dos de los políticos que han gozado de su
admiración. El ex actor es republicano y su mujer, María
Shriver, sobrina del desaparecido JFK.
Los lazos políticos quedan patentes con el fax que ella le manda
a Teresa Heinz y a su marido, el senador John Kerry. A saber si
eran los comienzos del frustrado asalto a la Casa Blanca de este
año.
Chocolatinas. A pesar de los puros, el despliegue de
desperdicios confirma el sencillo estilo de vida pregonado por
Schwarzenegger. Más que sencillo, familiar. En la fecha de la
recolecta, en la segunda mitad de i996, la pareja tenía tres
hijos: Katherine, de seis años; Christina, de cinco; y Patrick,
el pequeño, de dos. Al año siguiente llegaría Christopher, el
último. Los restos de la caja de un juguete, una pulsera, las
latas de refrescos, un quitamanchas infalible y las chocolatinas
confirman la más que probable necesidad de entretener a las
jóvenes hordas en esas interminables tardes de invierno. Muchas
veces se reunían en la oscuridad de la sala de proyección
privada, como puede indicar la presencia de la bolsa de
palomitas con el rostro de Paul Newman, aderezadas con un ligero
sabor a mantequilla.
Perfume. En cuanto a los adultos, los desperdicios dejan
huellas más sofisticadas. Para ella –moderna y casual–, tenemos
las maquinillas de afeitar y una caja de Cassini, el perfume de
69 dólares para momentos de poco compromiso o simplemente para
combatir el olor a tabaco que deja su marido, algo de lo que se
ha quejado con regularidad. De hecho, existió brevemente una
prohibición en su entonces recién adquirida mansión en Sun
Valley (Idaho), de cuya agencia inmobiliaria existe un resguardo
de fotografías.
Armani. Para él, un equipo completo de seductor. La funda
de un traje de Armani, los supuestos puros cubanos, un
atomizador de la marca Binaca para el aliento y una capa
invisible de Brut for Men, la fragancia de Fabergé creada en
1964, le darían a Arnold Schwarzenegger cuerda para una noche de
pasión en el exclusivo Grand Havana Room de Beverly Hills, del
que es miembro. Con todo el equipo quedaría listo para sacarse
unas fotografías de recuerdo, pero no como las que aparecieron
en el cubo de la basura, en las que su cuidada imagen se ve más
que comprometida. Rotas en pedazos, muestran al entonces actor
en el Planet Hollywood, la fallida cadena de restaurantes en la
que participaba.
Vino. Lo que sorprende en este despliegue de desechos es
la ausencia de envoltorios de comida. Sólo una escueta muestra
de un menú individual de esos ligeros y sin colesterol a base de
pollo a la carbonara y dos bolsas de tortillas mexicanas. Eso
sí, que corra el vino. Al menos a juzgar por la caja de i2
botellas de chianti italiano.
Ronald Reagan.
Fue presidente de EEUU y actor. Murió el pasado 5 de
junio a los 93 años. Su basura muestra que era un adicto al
chocolate.
Ya no está entre nosotros. Sólo queda la basura, recolectada a
finales del primer trimestre de i990 en la exclusiva zona de
Bel-Air, en Los Ángeles, donde residía. Una radiografía tomada
en los últimos años de vida del que fue el cuadragésimo
presidente de Estados Unidos. Hasta que describió para su pueblo
la crónica de una muerte anunciada –la suya, a manos del
Alzheimer–, el ex actor de películas de serie B dedicaba sus
días a jugar al golf, ir a misa y trabajar en su oficina.
Todavía le quedaban cuatro años de asueto. Con plenos poderes
para disfrutar de la jubilación –a pesar de haber superado un
cáncer de colon, otro de piel, una neumonía, un disparo del
calibre 22 y un largo etcétera de dolencias menores–, Reagan
pasaba fines de semana, vacaciones y ocasiones especiales con
hijos (tres de Nancy y dos de su primera esposa, Jane Wyman) y
nietos. Hay restos de dulces (13 envoltorios de Harbor Sweets,
exclusivos bombones de Massachusetts).
Entre los desperdicios también figura una lata de pastel de
calabaza, quizá procedentes del 79 cumpleaños de Reagan,
celebrado el 6 de febrero de ese mismo año, que coincide con
otros sospechosos desechos: ¿de quién serán el sujetador y las
medias?
Laxante. Para calmar los ánimos y combatir los excesos de
chocolate, los Reagan seguramente tuvieron que echar mano de
Konsyl-D, un laxante habitual en las farmacias. A lo mejor
apostaron por métodos más básicos como la ingestión masiva de
refrescos, un total de ii latas –ocho de Coca-cola– y cerveza
(una caja de Heineken y tres botellas de Corona Extra). Lo que
preocupa es su afición a Diet coke, una bebidamuy popular; en
Estados Unidos se consumen casi 4.000 millones de litros al año.
Con tanto revuelo de bombones y bebidas, y por si acaso había
exclusiva de por medio, la revista ¡Hola! les mandó una carta.
Especular con una solicitud de entrevista no sorprendería a
nadie y lo cierto es que los Reagan posaron para la revista.
Cuando aceptaron la oferta, hubo que tomar medidas urgentes y
echar a una serie de invitados incómodos que habitaban por aquel
entonces en la mansión.
Insecticida. Entre los residuos figura un recibo de una
empresa de desinsectación, que utilizaba los característicos
coches amarillos. Se pulverizó la residencia con Cypermethrin,
un producto activo que funciona bien contra abejorros, hormigas,
cucarachas, arañas y escorpiones. Para otro tipo de invitados,
los más agresivos, Ronald Reagan disfrutaba todavía de un
servicio de protección vitalicio: un detalle de generosidad de
su gobierno. Hay una tarjeta de un oficial del servicio secreto,
una hoja de control de prácticas de tiro de los miembros del
selecto cuerpo y un pedazo de papel en el que figuran los
nombres de los agentes que le protegían, así como las horas de
servicio empleadas en esa labor. Fue afortunado, ya que en 1997
el Congreso aprobó una ley que limita la protección de los ex
presidentes estadounidenses a sólo i0 años.
Lotería. Lo que más sorprende de esta exposición es la
presencia de dos billetes de lotería. En teoría, los Reagan no
tenían por qué tener dificultades económicas, pero hay detalles
que señalan esa posibilidad. El más claro es lo que parece parte
de una solicitud de un crédito para remodelar una propiedad
inmobiliaria. El otro, que el ex presidente tuvo problemas en el
pasado, especialmente con la Hacienda norteamericana. Algunos le
acusaron de haber mantenido conexiones mafiosas y de haber sido
ayudado por los que manejaban Hollywood a llegar a lo más alto.
Elizabeth Taylor
Actriz. 72 años. Superó una destructiva crisis personal
que la hizo engordar. Ahora se atiborra de productos
presuntamente “light”.
Atacada por un bajón emocional cuando compartía techo con su
séptimo marido, el senador John Warner, época en la que Taylor
admitió sentirse sola, con falta de confianza en sí misma y sin
“nada que hacer”, la actriz suplió sus carencias con grandes
cantidades de comida. Superó los 90 kilos de peso y se hundió en
una espiral de autodestrucción –con abuso de alcohol y
analgésicos incluidos–, que ha intentado superar desde entonces.
Entre sus basuras –recogidas a principios de i990, una década
después de esa crisis–, no sorprende ver las dos cervezas sin
alcohol y la colección de productos de Jenny’s Cuisine, una
marca creada por Jenny Craig, una popular experta en métodos de
pérdida de peso. Con la excusa de que se trata de dietas
cuidadosamente controladas, algo sobre lo cual la actriz ha
atesorado mucha experiencia, ya que ella misma diseñó un plan
dietético basado en el programa de Alcohólicos Anónimos, se
suelta el pelo a la hora de escoger los menús.
Muesli natural y tostada con manzana al horno y vainilla para el
desayuno, un gran festín de enchiladas de pollo con salsa
mexicana, pasta rellena de espinacas con queso y mousse de
chocolate para comer, y finalmente arroz negro con vegetales
acompañado de un bistec de ternera con salsa teriyaki, para
cenar.
Refrescos. Pero Elizabeth Taylor es humana y de vez en
cuando es probable que llenara el buche con comidas más
contundentes. Pruebas irrefutables son los rastros de helado de
vainilla, latas de refresco y una tableta de chocolate. También
hay restos de quassia, una hierba que actúa de forma similar a
la quinina. Aunque puede utilizarse como tónico o para abrir el
apetito, también se usa para paliar la disentería. Seguramente
sea esto último. Esas comidas precocinadas tienen pinta de
traidoras. Lo que sí queda claro es que en esos días buscaba
cambios. Quizás propiciados por su relación con el que sería su
último marido, el obrero de la construcción Larry Fortensky, a
quien la actriz conoció durante su segunda estancia –a finales
de los años 80– en la conocida clínica de desintoxicación Betty
Ford.
Presupuestos. O quizás fuera por estar a las puertas de
convertirse en sexagenaria. La cuestión es que la vida de la
actriz es ajetreada. Hay un presupuesto para repintar su chalet
en Gstaad (Suiza), una factura –con un descuento del 10%– de una
compra de antigüedades con mesa de Luis XIII incluida, quizás
para renovar el look de su mansión en Bel Air, y unos documentos
prueban que quería desprenderse de la llamada Casa Kimberly, su
residencia en Puerto Vallarta (México), que compartió con el
también actor Richard Burton en sus días más felices. Puede que
dichos cambios vinieran provocados por su difícil situación
profesional. Los continuos achaques físicos –con múltiples
visitas al quirófano– aceleraron su ocaso en Hollywood.
Pastillas. Su imagen pública quedó reducida a apariciones
en tabloides como el Star y el National Enquirer, encontrados
entre sus desechos, donde la acusan de buscar la inmortalidad
queriendo “congelar su cabeza para que la resuciten en 150
años”. No es de extrañar que llena de ansiedad echara mano de
esos dos botes de Donormyl, unos comprimidos efervescentes para
dormir, del Veganin que cura los dolores de cabeza o simplemente
se fumara un Marlboro para calmar esos nervios. Aunque el tabaco
no está claro que sea de la actriz, ya que mientras alguna
biografía asegura que empezó a fumar a los 18 años, también
confirman que consiguió dejarlo. A lo mejor pertenecen al
jardinero, pero eso ya es otra historia.
|
|
|
|
|
Por su basura les conoceréis
Pascal Rostain y Bruno Mouron
han rebuscado con sus propias manos en las bolsas de
basura recogidas en los domicilios de los famosos.
Llevaron el material seleccionado en cuatro baúles a
Francia, donde lo fotografiaron. Algunas de las
estrellas han compra
Por Cristina Frade
No salen sin guardaespaldas, viven
en residencias sometidas a máxima vigilancia y algunas
defienden celosamente su vida privada. Cada día, sin
embargo, todas las estrellas de Hollywood abandonan en
la vía pública, a disposición de cualquiera, pedazos de
su intimidad: sus bolsas de basura. A los
fotorreporteros franceses Pascal Rostain y Bruno Mouron
se les ocurrió rescatarlas y retratar sus contenidos, de
tal forma que reflejaran la personalidad de sus
propietarios. Sus fotografías acaban de ser expuestas en
una galería de Nueva York.
Mouron y Rostain se conocieron en la década de los 80 en
la revista Paris Match, en la que trabajaron durante 10
años haciendo un poco de todo, desde perseguir a los
famosos a reportajes sobre la prostitución o las drogas.
Lo de escarbar en las basuras de las estrellas surgió
por casualidad, un día en que cavilaban en busca de
temas. Empezaron con personalidades francesas (la actriz
Brigitte Bardot, cantantes como Serge Gainsbourg y
Johnny Halliday, los políticos Jean-Marie Le Pen y
Georges Marchais) en una serie publicada por la revista
Lui. Tuvo éxito y decidieron aplicar la fórmula a
personajes de Hollywood como Liz Taylor o Marlon Brando.
La primera entrega se hizo en i989, la segunda en 1996 y
ahora han vuelto a las andadas.
La cosa parece sencilla, pero requiere cierto método.
“La primera dificultad es que los famosos tienen que
vivir en casas independientes. Los pisos no valen porque
no podemos estar seguros de que sean sus basuras”,
cuenta Mouron, reclinado sobre un sofá en su loft, en un
barrio popular de París. En las paredes, algunas de sus
obras y una de las series más famosas de Andy Warhol, la
de Marilyn Monroe. Mouron ha debido de cumplir ya los 45
años y tiene ese aspecto de todoterreno que caracteriza
a muchos fotógrafos.
Él y su socio nunca piden permiso para llevarse las
basuras: “Al principio lo pedimos, pero ellos mismos
[los famosos] hacían una selección previa y el resultado
no era auténtico”. Hay también todo un trabajo de
espionaje para localizar la casa. “Para la última
entrega, fuimos a Los Ángeles [donde el camión de la
basura pasa una vez a la semana] en marzo. Si
volviéramos ahora, una cuarta parte de las direcciones
ya no valdrían, porque las estrellas americanas no paran
de mudarse”.
Los fotorreporteros se han impuesto como regla encontrar
dentro de la basura un documento con el nombre y la
dirección de la persona en cuestión, para que no haya
duda alguna sobre el dueño de la bolsa. “En Los Ángeles
aprendimos que todo el personal doméstico es de origen
latino, mexicanos en su mayoría, y no comen el mismo
tipo de alimentos. Es muy curioso, a la hora del
almuerzo hay unas furgonetas que vienen a venderles su
comida. Siempre puede haber excepciones, pero el 99% de
lo que hemos fotografiado pertenece verdaderamente a las
estrellas”.
Una vez que han conseguido las bolsas, los franceses se
enfundan los guantes de plástico hasta el codo y
realizan una selección, retirando todos los desperdicios
orgánicos. A pesar de su éxito, esta tarea la siguen
haciendo ellos mismos, sin ayudantes, y ha sido fuente
de algunas sabrosas anécdotas. “En una ocasión empezamos
a hacer la criba en un aparcamiento que tenía un gran
contenedor, detrás de un restaurante donde solíamos
comer”, recuerda Mouron. “De repente, apareció un
policía y nos informó de que era un delito tirar cosas
en un basurero privado. Es divertido, ¿no? Se pueden
coger sus basuras, pero no se pueden tirar desperdicios
en el cubo de la gente sin una autorización expresa. En
nuestro hotel, nos dieron permiso para utilizar sus
cubos, pero luego el servicio de seguridad nos pidió que
firmáramos una especie de pliego de descargo, por si nos
ocurría algo”.
El regreso a Francia tras el último viaje –con cuatro
grandes baúles que contenían las bolsas convenientemente
etiquetadas– también tuvo su parte de aventura. En plena
alerta antiterrorista, pueden imaginarse la perplejidad
de los policías cuando describieron someramente el
contenido de sus equipajes.
En el país de los pleitos, un aspecto que no descuidaron
fue el de asesorarse sobre lo que podían coger y
mostrar. “No es ilegal apoderarse de las basuras porque
son cosas abandonadas en la vía pública”. Para ahorrarse
problemas, prescindieron de todo lo que tuviera
connotaciones sexuales o médicas. Mouron relata que en
la basura de una de las estrellas encontraron una
jeringuilla. Luego se enteraron de que esa persona es
diabética.
“En la basura del veterano periodista Larry King
encontramos juguetes, cosas de niños, pañales; algo
normal, puesto que ha tenido un crío con su mujer, que
es mucho más joven que él. ¡No nos dimos cuenta de que
los pañales eran para adultos incontinentes!”. La foto
estaba colgada en la exposición de Nueva York y los
primeros periodistas que la vieron fueron los de la
cadena de King, CBS. “Es lo contrario de lo que nos
proponemos, no queremos causar ningún perjuicio, ni
reírnos de nadie”. La imagen fue retirada.
¿Qué hay pues en las basuras de los famosos? En gran
medida, lo mismo que en las nuestras. “A la gente le
encanta saber que las estrellas consumen los mismos
productos. Eso les hace más cercanos”. Algunos juegan
incluso a la lotería. Pero también tienen sus caprichos:
estudiando una caja de pizza hallada en la basura de
John Travolta, descubrieron que había sido enviada por
Federal Express desde Chicago a Los Ángeles. Algunos han
adquirido las fotos de sus basuras, que en Nueva York se
vendían a 6.000 dólares la pieza.
Ahora, Mouron y Rostain acarician la idea de ampliar su
radio de acción al resto del mundo. “Sin pretensiones
sociológicas, sería interesante mostrar lo que consumen
los chinos o los australianos, por ejemplo”. Si el
fotógrafo Yann-Arthus Bertrand se ha hecho especialista
de la Tierra vista desde el cielo, ¿por qué no pueden
ellos acabar siendo expertos de la visión del planeta
desde un cubo de basura? |
|
Compartir este articulo : | | | | |
Ver historial completo de
noticias destacadas. |
|