La lógica de las canciones absurdas
Para quien
aquí sufría el pánico de tener que abandonar la infancia a comienzos
de la década del cincuenta del siglo pasado y la obligatoria lectura
de "La razón de mi vida" no lo había convencido de que existían
razones de peso para continuar viviendo hasta llegar a los catorce
años sin aburrirse, el mejor escape eran ciertas canciones populares
con títulos misteriosamente largos, ridículos y -un chico se daba
cuenta- tan mal traducidos que justificaban esperar hasta la mañana
siguiente para discutir su significado con el compañero de banco,
morirse de risa ante el porvenir y madurar saludablemente, dejando
para Ionesco y Buñuel la responsabilidad de reflejar el absurdo de
la vida cotidiana, porque el gran Discépolo habría de morir pronto,
desprestigiado por el oprobio de la obediencia debida.
Eran letras delirantes que, disimuladas en ritmos de baión,
tarantella o fox-trot pegadizo, llegaban de todo el mundo pero sobre
todo de los Estados Unidos, que, luego de "Abre la puerta Ricardo,
por favor" y "Si hubiese sabido que venías hubiera preparado una
torta", en 1951 superó todo lo conocido en materia de disparate
argumental y título interminable con "¿Cómo pudiste creerme cuando
dije «Te quiero» si sabés que he sido un mentiroso toda mi vida?"
La canción se conoció en la película "Boda real", una producción de
la Metro Goldwyn Mayer que significó el debut de Stanley Donen como
director solista y tenía a Fred Astaire en el papel de un zapateador
solterón preocupado por los coqueteos de su hermana Jane Powell, que
parecía la nieta. Ella cantaba algunas baladas fantásticas, él
bailaba dos de las coreografías más originales en la historia del
cine y todo se arreglaba felizmente en Londres, durante los festejos
por el casamiento de Isabel y Felipe.
No faltaban los toques surrealistas, como Keenan Wynn desdoblado en
dos hermanos empresarios y Astaire, sin vestir nunca su atuendo de
sombrero de copa, corbata blanca y frac, danzando con un perchero,
en un barco sacudido por una tormenta o en las paredes y techo de su
cuarto, protagonizando un cuadro onírico denominado "Dejé mi
sombrero en Haití" y unido al final con Sarah Churchill, hija de
Winston, por entonces el político más famoso del planeta.
Fue dentro de ese desvarío en colores que se escuchó "How could you
believe me when I said «I love you» when you know I´ve been a liar
all my life?", un inquietante ejercicio en cinismo escrito por Alan
Jay Lerner, que luego habría de crear "Brigadoon", "Mi bella dama",
"Camelot" y "Gigi". Es la respuesta de alguien parecido a un rufián
tratando de deshacerse de una gritona insoportable, con el argumento
de que es ella misma la única culpable de su desilusión por haber
confiado en un embustero notorio.
Al contrario de casi todos los estrenos de Fred Astaire, para quien
fue escrita la mayor cantidad de clásicos de la canción popular,
nadie volvió a cantar en medio siglo "¿Cómo pudiste creerme...?",
porque estaba planteado como un número de varieté, con los
intérpretes corriéndose de una punta a otra del escenario, no tiene
ni necesita una melodía agradable y está extinguida la raza de
comediante capaz de burlarse de la ingenuidad de alguien que ha
confiado en la palabra empeñada por un mentiroso y seguir pareciendo
un caradura simpático
Fuente: lanacion.com.ar
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