El
jefe de la división jurídica de la Federación Relojera Suiza,
Laurent Paichot, indicó a EFE que "antes era necesario viajar a
países como Tailandia o Turquía para comprarse una falsificación,
mientras que ahora se pueden adquirir confortablemente desde el
sillón de su casa a través de internet".
Paichot señaló que lo más alarmante es que "no sabemos quien se
esconde detrás de ese negocio" que, sin duda, "tendrá una influencia
negativa en las ventas" de ese sector industrial helvético
especialmente coincidiendo con la proximidad de las fiestas de
Navidad y fin de Año.
El comercio de relojes en noviembre y diciembre representa el
doble o el triple que los restantes meses del año, según cálculos de
expertos de ese sector de alto valor añadido que emplea a unas
40.000 personas en territorio helvético.
Los relojes son uno de los principales productos de exportación
de Suiza con elevada incidencia en los mercados de Europa, Estados
Unidos y Japón.
"Las falsificaciones no sólo afectan a las marcas de lujo sino
también a otras más modestas, ya que el consumidor que no tiene
suficiente capacidad para adquirir un Rolex, podría comprar una
copia falsa en lugar de un Swatch, por ejemplo", comentó el
directivo de la Federación Relojera.
El directivo de la Federación Relojera señaló que en Italia se ha
logrado desmantelar recientemente una red de venta de relojes falsos
de prestigiosos marcas.
También apuntó que en España se pueden encontrar en el mercado
copias de grandes marcas suizas que tienen la caja de oro pero la
maquinaria es de imitación.
"Generalmente ese tipo de falsificaciones se venden como tales,
pero no se puede excluir que algunos relojes se comercialicen como
si se tratara de originales", comentó Paichot.
Un último informe indica que la mayoría de copias falsificadas
proceden del sureste de Asia, especialmente de China, seguida de los
países mediterráneos, especialmente Turquía, Italia y España.
"Las redes de distribución son más extensas e incluyen
últimamente también a Europa central y oriental -con Austria como
cabeza de puente- a Gran Bretaña y a Estados Unidos", añade el
informe.
La Federación Relojera de Suiza calcula en unos 800 millones de
francos (unos 680 millones de dólares) las pérdidas anuales por las
imitaciones.
Cinco toneladas de relojes suizos falsificados y confiscados por
los aduaneros helvéticos fueron destruidos en agosto en un acto
simbólico para mostrar la determinación contra ese fenómeno.
Se calcula que frente a los 25 millones de relojes de distintas
marcas que se fabrican anualmente en Suiza, podría haber 30 o 40
millones más de imitaciones, lo que supone elevadas pérdidas no sólo
para la industria sino también al Estado