Dicen que a la “superwoman” moderna no le interesa el sexo
Perseguir el éxito en
todos los frentes deja a las mujeres exhaustas. Los especialistas
aseguran que la pérdida del interés sexual también obedece a otros
condicionantes: la mujer exige hoy complicidad
Una de cada diez mujeres admite haber
perdido el interés por el sexo durante al menos 6 meses el año
pasado. Según un estudio británico, las casadas o con pareja
presentan mayor tendencia a tener problemas sexuales... ¿A quién le
extraña? La autoexigencia a la que se somete hoy el sexo femenino
puede noquear al peso más pesado. La superwoman no puede prescindir
del trabajo ni puede permitirse descuidar hijos, casa, pareja,
padres... y, ojo, su aspecto físico. ¿Apetito sexual, dice? Con
semejante agenda, el sexo la encuentra exhausta y a menudo frente a
un hombre con un nivel de testosterona diez veces mayor.
Eso es lo que describe una reciente encuesta de la University
College de Londres. Y es una buena razón, pero no la única. Lo que
sucede es que la mujer sigue echando de menos la complicidad con la
pareja, y hoy por hoy se siente con derecho a reivindicarla. Además,
vive en una sociedad cuyo imperativo es ser feliz aquí, hoy y para
siempre, y en la que no se asume bien que el paso del tiempo acabe
con el deseo hacia la pareja. Y por otro lado, la era del look no
deja de vender sexo atractivo, pero pocos asumen que es un sexo
extraordinario y que requiere un esfuerzo convertirlo en frecuente
realidad.
"Su falta de interés por el sexo indica a menudo que están quemadas
e insatisfechas en muchos aspectos de su relación", señala Paula
Sardelli, una de las tres especialistas consultadas al respecto por
La Vanguardia. "El rol que cada uno cumple en la vida cotidiana
revela incomunicación y falta de colaboración y de complicidad: sin
éstas, la seducción y la libido se van a pique. Ahí es donde la
inapetencia toma forma de reivindicación, que no de huelga, pues no
es intencionada". El cansancio y el tan acusado estrés, señala
Sardelli, no deben convertirse en una excusa recurrente, como
tampoco puede prolongarse el periodo posmaternidad en el que la
relación con la pareja cobra menos importancia. "Si hay cierto nivel
de libido, deseo y comprensión, el cansancio afecta poco; otra cosa
es que lo que encontras cada noche en tu cama no sea lo que
esperabas y que fantasía, sexo y deseo hayan dejado de ir unidos".
Lo sorprendente es que un importante porcentaje de mujeres se queja
aún de una aproximación sexual demasiado directa por parte de muchos
hombres y que los psicólogos deban seguir insistiendo en que el
prototipo de machito es el que a la larga provoca mayor desinterés,
siendo más afín a las necesidades del sexo femenino heterosexual un
hombre con cierto misterio emocional. Ellas se ven ya con el mismo
derecho a sentir, desear y escoger el cómo y el cuándo; y las
consecuencias de esta actitud vital podrían estar confundiéndose con
la inapetencia por cansancio que hoy es noticia en estas páginas. Al
fin y al cabo, no hay que retroceder mucho en el tiempo para
recordar que su papel en la sociedad las había llevado a someterse a
la voluntad del hombre –que era quien tenía que disfrutar del sexo–
y a estar siempre dispuestas..., tal vez para evitar que aquél se
fuera con otra.
La psicóloga Maria Teresa Pi-Sunyer opina que el problema radica en
un equívoco entre la pareja. Del conocimiento de sus pacientes
deduce que la mujer ve cada vez más allá de sí misma y se siente
lejos del hombre, está desencantada. “La sexualidad femenina está
más ligada a las vivencias y por ello la mujer necesita comunicarse
en otras esferas de la vida con la persona con la que tiene
relaciones. Las oigo quejarse de que la pareja quiera tener
relaciones después de no haberse visto en todo el día, de que
pretenda que la tarea de haber recogido la cena y acostado a los
niños se evapore una vez en la habitación. Esa hora de la noche es
tenebrosa, sobre todo cuando hay hijos: agota los recursos de todos
y, si la pareja no comparte esa cotidianidad, es difícil que ella
acceda al sexo. Es un malentendido, un desencuentro...".
Profesionales de la salud mental y sociólogos coinciden en que el
concepto de esfuerzo y de renuncia parece haber desaparecido. “Se ve
mucho en parejas que acaban de tener hijos –añade Pi-Sunyer–; todo
se agrava: ayudar en la casa, no poder dormir por las noches... Se
vuelve todo muy explosivo y nadie está dispuesto a hacer un esfuerzo
más allá de lo necesario”. Por otra parte, la sexualidad se ha
vuelto transparente y existe la sensación de que está ahí para
pasarlo bien y en relaciones poco comprometidas, apunta la
psicóloga. “Pero mujeres que se han separado y descubren la vida por
su cuenta ven que a la larga no les satisface ese modus operandi,
pues no se sienten queridas. La relación fija no las satisface
sexualmente y la no fija no las satisface emocionalmente”.
Al cansancio de la superwoman y al desencuentro de la pareja hay que
añadir un tercer elemento decisivo: la cultura de la imagen. El sexo
está de moda. Y también sus exigencias estéticas. Se ha creado una
especie de fantasía de la perfección que tiene sometidas a
generaciones enteras a la tiranía de una determinada belleza y del
supuesto erotismo que la acompaña, lo que, sumado a la posibilidad
de repararse o remodelarse constantemente en el quirófano, se ha
convertido en un generalizado obstáculo para el sexo feliz: nadie se
ve nunca del todo perfecto, siempre acaba sobrando un kilo, faltando
pecho... Imperfecciones estas que suelen ser imperdonables en
sociedades donde más que un Casanova o un Zorba –ambos enamorados de
las mujeres más allá de su físico– priva el modelo masculino de Don
Juan, un personaje que esencialmente se quiere a sí mismo, vive para
demostrar... y no disfruta de la mujer. Más bien la desprecia.
Del informe de la University College se deduce que las parejas que
tienen relaciones menos de cuatro veces al mes son, a medio y largo
plazo, víctimas de problemas sexuales. ¡Oh, sí! La frecuencia es
motivo de alarma –¿no debería preocupar antes la calidad que la
cantidad? – y también de visita al sexólogo. En la actualidad, sólo
un 21% de las mujeres pide ayuda, frente a un irrisorio 11% de los
hombres, pero acudir al especialista está dejando de considerarse
remedio de ineptos.
Fíjense, si no, en el guión de la última entrega sexy de Hollywood:
El señor y la señora Smith aborda la crisis por escasez de una
pareja altamente cool. Ver a un matrimonio de asesinos a sueldo de
la talla de Angelina Jolie y Brad Pitt entregándose a la terapia de
pareja propiciará sin duda que un buen número de sufridores
pudorosos cambie su perspectiva. La moraleja de la película es tan
sencilla como oportuna para habituales de un amor basado en la
elegante distancia y el mesurado silencio en el seno de la pareja:
si no hay confianza –dice la lección–, la relación y el sexo se
extravían...
¿Acaso esa confianza es garantía de deseo perdurable? Muchos
psicólogos son partidarios de recordar que amor y deseo no son lo
mismo, que se puede amar a quien no se desea y desear a quien no se
ama. Lo ideal sería una sociedad de seres capaces de distinguir y
admitir sin culpa que hay quien nos despierta deseo aunque nunca
construiríamos con esa persona una relación de pareja. Así lo indica
la psicoanalista Marta Serra Frediani, quien además recuerda que el
deseo implica insatisfacción, ausencia de algo. “Sólo se puede
desear lo que no se tiene como una posesión segura. Mantener el
deseo por el partenaire implica aceptar de alguna manera que está no
todo en la relación, que no es un bien adquirido. El amor es más
bien el engaño que uno consiente para frenar la carrera de una
búsqueda infinita de completitud que no tiene meta de llegada
segura”
ALESSANDRA RAMPOLLA RESPONDE TUS DUDAS
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CONSEJOS SOBRE SEXO
Mitos sexuales que debes desterrar
Fuente:
http://www.clarin.com
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