¿Que es lo que impulsa a alguien a matar?
Desde los
pequeños arrebatos individuales a las grandes violencias
institucionales, la agresividad se despliega en múltiples
dimensiones y formas que aparentemente carecen de una explicación
lógica. Para los más pesimistas, los crímenes actuales son
incomparables con respecto a lo que vivieron nuestros ancestros. Los
optimistas, en cambio, sostienen que las brutalidades de la
antigüedad han quedado atrás.
¿Cómo y por qué el ser humano descarga su ira contra su semejante?
¿Existe una predisposición innata hacia la agresión? “Homicidio:
¿por qué la gente mata?”, fue el título del séptimo café científico
del año, organizado por el Planetario Galileo Galilei en el Hotel
Bauen (Callao 360) y que contó con la presencia de los expositores
Enrique Segura (doctor en medicina, profesor consulto en Psicología
de la Universidad de Buenos Aires y director del Laboratorio de
Biología del Comportamiento del Instituto de Biología y Medicina
Experimental del Conicet) y Daniel Bustamante, investigador y
miembro del Equipo Argentino de Antropología Forense. El próximo
encuentro, con entrada libre y gratuita, será el martes 19 de
octubre y el tema será “Música y Ciencia: ¿por qué los instrumentos
suenan como suenan?”
LA SAL DE LA VIDA
Enrique Segura: En el Laboratorio de Biología del Comportamiento que
dirijo, hemos trabajado en los últimos 15 años en un tema muy
atrapante: el estrés. La idea es que no existen baches en la
secuencia de la violencia, sino que se comienza por vivir una
existencia violenta desde el nacimiento y esa existencia violenta
está signada por todas las influencias circunstanciales y
permanentes a que nos somete, fundamentalmente, la evolución
cultural. Es necesario estudiar el estrés en la naturaleza y la
naturaleza del estrés, pero también es inevitable plantearse el
estrés en la cultura y la cultura del estrés. Quien generó el
movimiento científico relacionado con el estrés fue Hans Selye
(1907-1982), un médico, investigador y endocrinólogo austríaco que
consideraba que el estrés es un componente fundamental de la
existencia y su más breve definición del estrés decía que era “la
sal de la vida”. Esto quiere decir que el estrés no es una patología
que pueda ser exhibida como un cuadro médico. Selye hizo una
distinción de tres aspectos del estrés: uno es el fisiológico, por
medio del cual se generan las condiciones de supervivencia frente a
las perturbaciones del ambiente. Cuando las condiciones fisiológicas
se alteran puede haber dos situaciones polares: una es la que
llamaremos “distrés”, que es el componente negativo que nos afecta
cotidianamente y genera todas las alteraciones que ustedes asumen
como relacionadas con el estrés. Por otra parte, está el “eutrés”,
que es una figura positiva a través de la cual los seres humanos
utilizamos las bases del estrés fisiológico para contrarrestar los
efectos perturbadores del ambiente y de las relaciones
interpersonales que nos afectan particularmente en esta época.
Parafraseando a José Ortega y Gasset, que decía “yo soy yo y mis
circunstancias”, podríamos decir “yo soy yo y mi estrés”. ¿Por qué
tiene esto que ver con el homicidio? El distrés es un caldo de
cultivo para cualquier alteración global del comportamiento,
particularmente las relaciones agresivas.
VIOLENCIAS RITUALES Y DE LAS OTRAS
Enrique Segura (continúa): Más allá del terrorismo como actividad
política, en el fondo la sociedad se ha vuelto totalmente agresiva
ynosotros sabemos que, aunque tengamos una sociedad de relaciones
correctas desde el punto de vista institucional y social, las
relaciones interpersonales en la sociedad humana están signadas por
un destino de violencia y de crueldad.
Pensemos qué ocurre en la naturaleza, donde el estrés también está
signando las relaciones interespecíficas (entre especies) e
intraespecíficas (dentro de las especies). Las relaciones de
violencia en las especies no humanas son totalmente diferentes de
las que signan las relaciones humanas, porque los animales rara vez
llegan a apropiarse de la vida de un integrante de su misma especie
ya que la evolución ha seleccionado formas de acción que permiten un
perfeccionamiento progresivo de las relaciones entre individuos para
asegurar la permanencia de los grupos y de los individuos. Por esa
razón, la mayor parte de las confrontaciones por la explotación de
recursos (fundamentalmente comida) y por la reproducción, son
rituales. Un animal cualquiera está programado para defender aquello
que es suyo y rechazar a quien trata de apropiarse de sus bienes
(por ejemplo, el territorio y las parejas). Los animales están
instrumentados para entender y negociar sin llegar a extremos de
violencia, mientras que los humanos no lo estamos y es por eso que
tenemos que hablar hoy del homicidio. Por un lado está la agresión
como producto de un estrés creciente originado en la falta de
alimento y de recursos materiales para la construcción de los nidos,
la falta de territorio, el hacinamiento y otros factores. Se genera
una violencia que se traduce en confrontaciones entre individuos o
grupos y es por esa razón que los animales tienen un estado
permanente de agresión que está sostenido por mecanismos biológicos,
ecológicos y otros. El hombre, en cambio, mantiene un estado
agresivo que es propio de la cultura y no está necesariamente
asociado a mecanismos biológicos. En los animales se pueden
describir situaciones en las que la explicación de una situación
agresiva tenga una raíz biológica, pero en los seres humanos (a
pesar de que ha habido algunos estudios al respecto) es muy difícil
llegar a esa misma conclusión.
En el curso de la evolución se han ido generando formas de operar
que se han mantenido en forma estable y se las llama “estrategias
evolutivamente estables”. En cada especie hay una serie de conductas
que son estrategias evolutivamente estables y que no pueden ser
superadas por ninguna forma de mutación. Por esa razón, en la
especie humana hay una serie de estrategias que no se diferencian
drásticamente de las estrategias de los animales. En el caso de la
agresión, los animales hacen sobre todo confrontaciones rituales y
tienen un circuito de la agresión que es el producto del desarrollo
de la vida individual y colectiva. La agresión humana, en cambio, se
hace sobre bases materiales y superando toda expectativa cognitiva:
se mata por placer y, muchas veces, por azar. En la naturaleza las
especies actúan en forma muy diferente a los humanos y existen
códigos ocultos. En ese sentido, parecería que la racionalidad de
los animales es mayor de la que se supone.
HISTORIA DEL CRIMEN
Daniel Bustamante: A mí me toca hacer una presentación de la
institución a la que pertenezco y qué relación tiene con la muerte.
El Equipo Argentino de Antropología Forense trabaja desde 1984 y es
una organización científica, no gubernamental y sin fines de lucro,
que aplica la antropología y la arqueología a las investigaciones de
violaciones de los derechos humanos tanto dentro como fuera de la
Argentina. Si bien la antropología forense tiene otros antecedentes,
la disciplina tomó impulso en 1939 y 1972, cuando después de la
Segunda Guerra Mundial y los conflictos de Corea y Vietnam, había
miles de personas cuyos restos eran esqueletos y se buscaba una
forma fehaciente de identificación para quelos familiares de esos
soldados muertos pudieran darles sepultura. En Argentina, Bolivia,
Brasil y Chile hubo, durante los años 70, períodos de violencia
intensa y se produjeron extensas violaciones a los derechos humanos,
principalmente por parte del Estado. A principios de los ‘80 estos
países retornaron a la democracia y se hizo evidente la necesidad de
investigar las violaciones a los derechos humanos del pasado.
Mientras que en algunos países estas investigaciones terminaron en
la condena de los culpables, en otros hubo decretos de amnistía que
permitieron a los responsables eludir sus condenas. De todas
maneras, las investigaciones continúan en la mayoría de los países
del Cono Sur. En el caso argentino, a principios de 1984 se formó la
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (Conadep), que
reunió aproximadamente 10.000 denuncias sobre desaparición de
personas a manos de las fuerzas armadas o de seguridad. Las
organizaciones argentinas de derechos humanos, sin embargo,
consideran que el número de desapariciones es mucho más alto. La
metodología de desaparición forzada consistía en que una persona era
secuestrada y llevada a un centro clandestino de detención donde era
interrogada bajo tortura durante varias semanas o meses. Algunos
tenían la “suerte” de pasar a estar detenidos legalmente a
disposición del Poder Ejecutivo Nacional sin causa ni proceso, y
otros tenían otro destino, que era la muerte.
ORGANIZACION DEL TERROR
Bustamante (continúa): El aparato represivo constaba de tres áreas:
una que secuestraba a la gente, otra que hacía los interrogatorios y
un tercer grupo que llevaba la tarea más burocrática de registrar
los cuerpos que iban siendo dejados en la vía pública. Si uno toma
en cuenta la cantidad de personas asesinadas durante la dictadura,
aparece la pregunta de cómo puede una persona matar a tanta gente
sin que en ningún momento haya un impedimento moral que llegue a
cuestionar la violencia que se ejerce sobre otro ser humano. Hay
algunas explicaciones que pueden ser viables: si existe una
autorización, el que ejerce el trabajo de masacrador tiene un
justificativo que lo exime de responsabilidades porque él está
cumpliendo una orden. Pero como las trabas morales que normalmente
tiene cualquier ser humano son mucho más fuertes, para que el
objetivo de matar en masa pueda llevarse adelante, lo que
normalmente se hace en estas políticas de masacre es deshumanizar al
individuo que se va a eliminar. Se lo empieza a etiquetar y
caracterizar de alguna forma que queda excluido de la sociedad. En
la década del ‘70 los diarios no publicaban los nombres de las
agrupaciones políticas a las que pertenecían los muertos, sino que
se decía que pertenecían a “organizaciones declaradas ilegales”. Por
lo tanto, al no ser identificado como perteneciente a un grupo
social, la muerte de esa persona no debería generar las actitudes
solidarias que normalmente tenemos con los integrantes de nuestra
sociedad. Este tipo de mecanismo también ayuda a que las personas
encargadas de los asesinatos no se sientan culpables, porque la
persona es reducida a un nivel infrahumano de modo que prácticamente
no sea una persona. Es tan así que en los centros clandestinos de
detención, las personas ya no tenían ni nombre ni apellido sino que
a los detenidos se les asignaban un número y una letra. Esa misma
metodología se usaba ante la aparición de un cuerpo. El cuerpo que
aparece en la vía pública es rotulado como NN, no tiene nombre. Un
nombre remite a un padre, a una madre, a una historia. Una persona
sin nombre es una persona sin historia, una cosa que no existe. A la
parte burocrática que registra las apariciones de esos cuerpos, la
existencia de un cadáver sin nombre la favorece, ya que la falta de
un nombre permite hacer las cosas de manera mecánica sin pararse a
pensar en lo se está haciendo.
DERECHOS IMPRESCRIPTIBLES
Bustamante (continúa): Uno puede preguntarse por qué, a 28 años de
sucedidos los hechos, se intenta recuperar e identificar esos
cuerpos. Cada NN es una persona, alguien que tuvo una historia y que
formó parte de una sociedad. El trabajo del equipo al que pertenezco
se plantea la importancia de conservar la dignidad humana, el
respeto a la persona y a la identidad que tenía. Negarle la
identificación a un muerto sería negar su historia, mientras que
identificarlo permite restituir a los familiares el derecho a
realizar los rituales funerarios. La identificación es un hecho
reparador porque toda vida tiene un principio y un fin, mientras que
una persona que nace y no muere se convierte en un mito y solamente
los mitos no mueren.
Muchas veces el hecho de poder identificar a una persona no está
atado a la posibilidad de devolver los restos, sino que se puede
encontrar a una persona en los papeles ya que cuando aparecía un
cuerpo en la vía pública se tomaban huellas dactilares, se formaba
un expediente y se daba intervención a la justicia penal ordinaria.
De esa documentación quedaron microfilms y algunas fotografías, así
que cuando uno hace una investigación histórica, se entrecruzan esos
registros con los datos de los desaparecidos y en la mayoría de los
casos se logra identificarlos. Hay otro paso que es tratar de
averiguar si los restos están donde fueron sepultados. Normalmente
hay órdenes de no innovar en los cementerios para que los restos no
sean exhumados y llevados a un osario común, pero no fue respetado
por muchos municipios. La consecuencia es que hay una identificación
en los papeles, pero no existe la posibilidad de entregar los
cuerpos; tenemos un nombre sin cuerpo, como así también hay cuerpos
sin nombre que son los NN aún sin identificar. También hay que decir
que muchos documentos (como los expedientes de causas penales)
fueron quemados o vendidos como papel viejo. En este momento se está
realizando la identificación por medio de ADN; estamos haciendo un
banco donde los familiares pueden dejar muestras de sangre para
después cotejarlas con el ADN de los restos óseos, que es con lo que
trabaja la antropología forense.
El ser humano es víctima de las pasiones y los asesinatos más
comunes son movidos por cuestiones tales como el odio, la venganza,
la codicia y el ansia de poder. Según como nosotros lo vemos, la
muerte responde a otros parámetros que son más severos que el
asesinato como crimen social común que uno ve todos los días. Nos
dedicamos a asesinatos en masa mucho más complicados y tratar de
explicar qué mueve al ser humano a masacrar grandes cantidades de
personas es bastante más complejo; tal vez habría que preguntárselo
a un psicólogo.
Hoy por hoy estamos recuperando restos de una fosa común en Córdoba
y estamos trabajando en otros cementerios de la zona sur del Gran
Buenos Aires. Todavía nos queda mucho trabajo por delante
Fuente: Pagina 12
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