Era mayo de 2014. Francisco Rodríguez, un canillita mendocino de 82 años, caminó hasta el Casino de Mendoza, miró un partido de fútbol y después se sentó a jugar en las tragamonedas. Jugó en una, pasó a otra y a una tercera, sin saber que su vida estaba por dar un vuelco: de repente la máquina le indicó que acababa …
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