A 80 años del asesinato de Federico García Lorca -acaso el más grande poeta español del siglo XX-, su obra, que abarca literatura, teatro, música y dibujo, sigue siendo revisitada, analizada y abordada desde diversas perspectivas que buscan explicar la inagotable potencia del artista que fue fusilado en Granada a los 38 años por autoridades franquistas, tras el golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil Española. «Cuando se hundieron las formas puras/ bajo el cri cri de las margaritas/ comprendí que me habían asesinado», escribió Lorca en su extraordinario «Poeta en Nueva York» (1929-1930), quien sería fusilado la madrugada del 18 de agosto de 1936 en Granada, Andalucía, por una tropa militar franquista, acusado de «socialista, homosexual y masón». Su cuerpo, que aún no fue encontrado, fue enterrado en una fosa común anónima en el municipio de Alfacar. Nacido un 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros, Granada, Lorca fue uno de los máximos exponentes de la ‘Generación del 27’, grupo literario compuesto por Jorge Guillén, Rafael Alberti, Pedro Salinas y Luis Cernuda, entre otros poetas españoles, y una de las figuras más importantes del teatro en castellano del siglo XX. Su poderoso trabajo como dramaturgo combina farsas, comedias, tragedias y dramas. Atravesada por dramas humanos, sentimiento popular, sensibilidad social, formas del amor y siempre poesía, en su obra teatral se incluye «El maleficio de la mariposa», «Mariana Pineda», «La zapatera prodigiosa», «Retablillo de Don Cristóbal», «El público», «Así que pasen cinco años», «Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín», «Bodas de sangre», «Yerma», «Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores» y «La casa de Bernarda Alba», considerada su obra maestra. Tradición, vanguardia, simbolismo, política, una mirada culta y popular a la vez confluyen en obras poéticas como «Libro de poemas», «Poema del cante jondo», «Oda a Salvador Dalí», «Romancero gitano» y, sobre todo, «Poeta en Nueva York», un poderoso grito desgarrado contra la deshumanización de la sociedad moderna que, de alguna manera, guarda una relación con «Mi descubrimiento de América», libro de crónicas que Vladimir Maiakovski escribió entre 1925 y 1926 luego de recorrer Cuba, México y los Estados Unidos. Entre octubre de 1933 y marzo de 1934, Lorca ocupó la habitación 704 del Hotel Castelar de Buenos Aires, ciudad que lo cautivó. Invitado por la Asociación de Amigos del Arte, el poeta llegó para pasar unas semanas pero se quedó varios meses, deslumbrado en su paseos por Avenida de Mayo y en sus reuniones en el Café Tortoni, donde compartió mesa con Victoria Ocampo, Oliverio Girondo y Carlos Gardel, entre otros. Como forma de homenaje a los 80 años del asesinato del gran poeta español, se realizará mañana el espectáculo «80 Rosas para Federico», en el Palacio Noel del Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco, así como una función especial de la obra «Federico tuvo un sueño», unipersonal de María Marta Guitart con artistas invitados que dirán textos de Lorca. Los escritores Juan José Mendoza y Jotaele Andrade, conocedores del universo Lorca, hablaron con Télam sobre la obra, la influencia y el legado del gran poeta español, que sigue vivo como un pulso inagotable en la historia de la literatura universal. El escritor Juan José Mendoza, investigador de Conicet y autor de «Diario de un bebedor de petróleo», sostuvo que «todavía existen pequeñas ‘zonas lorquianas’ no visitadas del todo. Como si fragmentos de la obra de Lorca todavía quisieran ligarse con la identificación del lugar donde permanecieron ocultos sus restos -situados recién en abril de este año en un pozo de agua en Alfacar». «A lo largo de los años, y muchos años después de su muerte, fueron apareciendo manuscritos y dibujos inéditos de García Lorca. En los años 80, Mario Hernández da a conocer una serie de dibujos inéditos firmados por Lorca y dedicados a los integrantes de la Revista Gallo -que había fundado en Granada en 1928-. E
Obra, influencia y legado de Federico García Lorca
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