No alcanza con el surf, ni con el turismo popular. De a poco, Mar del Plata se transforma en la capital de la cerveza artesanal. Y ya funciona un circuito con 15 bares que se llenan cada noche para probarlas. Además, existen al menos ocho fábricas locales. Ahora la apuesta fue la primera fiesta marplatense de la cerveza artesanal, que se realizó en el parador Mute, en las playas del sur.
“Lo bueno de la cerveza artesanal es que tiene mucha variedad de sabores y como se usan conservantes, no quedás hinchado al día siguiente”, cuenta Alejandro Sienkiewik, un turista de Boedo, quien bebía en Brüder (Mitre y San Lorenzo) una Barley Wine, con 10% de graduación alcohólica y sabor licoroso.
Ese local es el primer beer garden de la Argentina. Se trata de una modalidad importada de Estados Unidos, en el que la gente se puede sentar en mesas largas como las de los campings y conocerse. Uno de los dueños, Federico Murgier dice: “La ventaja de las artesanales es que no están rebajadas con destilaciones de arroz, por ejemplo. Y se conservan adecuadamente, ya que no sufren la luz solar y el oxígeno”. La exposición a diferentes condiciones climáticas es, justamente, el sello de las industriales.
En los locales venden “birras” de fábricas chicas de todo el país. Y en Mar del Plata se destacan sellos autóctonos como Galana Alturian y Kaunas.
De la mano de la tendencia, en Mar del Plata se armaron dos circuitos cerveceros fuertes. Uno, en los alrededores de la zona comercial de Güemes, donde están Ogham y Lecker (se puede probar la Golden Belgian), entre otras. En las cercanías de Hipólito Yrigoyen, el otro sector con presencia cervecera. Abren todas las noches Barley y La Cerveteca, un restorán con confina alemana que tiene su fuerte en los maridajes con la artesanal Connel. Una de las opciones es la Honey Brown, de amargor bajo y sabor a miel, que se toma fácil por el dulzor. Un último circuito lo componen locales en las cercanías de Alem, como Rico Tiki Bar.