Christopher Ammons Kemp. Ese nombre debería grabársele para siempre. Así como su rostro. Es que es la cara de una verdadera bestia. Tiene 31 años y el crimen que cometió en Birmingham, Alabama, grafica hasta qué grado se puede descender en la escala humana.
Kemp, furioso, no quería saber nada con el nacimiento de la hija que su novia llevaba en su vientre. Jessica Jackson transcurría la semana 37 cuando el hombre la atacó sin más y comenzó a patear su cuerpo tras ahorcarla y dejarla inconsciente. En su interior, la bebé que ya estaba en condiciones de nacer, murió producto de los golpes. La madre logró sobrevivir.
El hecho ocurrió el 16 de marzo 2016, pero este lunes comenzó el juicio que concluirá posiblemente con la pena capital contra Kemp, quien era el padre del niño por nacer.
Kemp y Jackson se conocieron durante sus años de estudio. Pero rompieron. Años después, en 2014, se reencontraron. Al tiempo, ella lo invitó a vivir juntos con la hija del asesino en su casa de Bluff Park. Pero las cosas no andaban bien y la joven mujer vivía echándolo de su hogar. Finalmente, en uno de los tantos reencuentros en agosto de 2015 ella quedó embarazada.
Sin embargo, lejos de mejorar las cosas, todo empeoró. La conducta de Kemp comenzó a tornarse más violenta. El punto final de la relación llegó cuando una noche ella se negó a tener sexo con él. Estaba embarazada e incómoda. Él no lo toleró y abandonó la casa.
A partir de entonces, ella cortó todo contacto con él. Sólo se comunicaban por mail. Restaba encontrarse en marzo de 2016 para saber cómo enfrentar la crianza de la bebé. Luego de un baby shower Kemp se presentó de forma violenta en su casa y a partir de ese momento, Jackson comenzó a temerle más seriamente. Faltaban siete días para el día trágico. Y decidió mudarse.
El día del mortal ataque, Kemp la esperó oculto en el garage de su casa, donde la joven madre tenía que recoger cosas. La noqueó de un golpe y la mujer cayó al suelo. Comenzó a estrangularla con sus manos. Perdió la consciencia. Cuando despertó, Jackson estaba rodeada de policías y estaba siendo llevada al Hospital St. Vincent.
Los médicos, desesperados, intentaron todo tipo de maniobras para salvarla a ella y a la bebé. Sin embargo, su hija nunca pudo nacer. Jackson estaba en condición crítica y todos sus allegados se prepararon para lo peor.
El abogado de Kemp dijo que su defendido acepta que «es responsable de su conducta». Sin embargo, aclaró que el ataque no fue premeditado y que su cliente estaba drogado con Xanax durante el ataque como cuando envió el mensaje, que «no es un reflejo de lo que quiso decir».