Paula había decidido ingresar a un convento de monjas. Desde la separación de sus padres y la venta de su casa, la religión había sido su refugio. Pero el destino le tenía otros planes: la fría mañana del miércoles 18 de junio se encontraba a 100 kilómetros de su casa, en la Municipalidad de San Carlos.
Había ido a cobrar una factura del programa de radio donde trabajaba. En sólo diez segundos, en nombre del “Diablo”, un enfermo psiquiátrico y adicto a las drogas le arrebató sus sueños, le quitó la vida: su presa fue María Paula Giglio (33).
La historia de esta productora radial mendocina sigue conmocionando a medida que se conocen detalles del fatídico momento en el que fue víctima de Ezequiel Palleres (24).
“Policonsumo y trastorno mental severo” es la patología del agresor, según un informe del Ministerio de Salud provincial.
Todo pudo ser aún peor. Poco antes del crimen, Palleres intentó entrar con un cuchillo a una escuela secundaria, pero los guardias lo impidieron. Luego caminó hasta el hall del Municipio. Según quedó registrado en las cámaras de seguridad, sucedió a las once de la mañana. Vio a Paula en la caja, de espaldas y se paró a su lado con una mano en el bolsillo de la campera. Luego la miró a la cara, sacó un cuchillo tipo carnicero y se abalanzó sobre su cuello para darle una puñalada. Sólo se le oyó decir: “El Diablo me ordenó matar a una mujer”.
Cuando ella quiso escapar y subir una escalera, la siguió y le aplicó otras cuatro cuchilladas que le provocaron la muerte inmediata.
No había vínculo entre ambos. La víctima había sido elegida al azar.
Ferviente creyente, a fin de año Paula iba a ingresar a las monjas de clausura de la congregación de las Carmelitas del Espíritu Santo, en calle Terrada, de Luján de Cuyo.
Una semana antes del ataque, la joven le había pedido a la madre superiora Hilda que si ella moría, quería que la velaran en su templo y mirando a la Virgen que está en el altar. Y así fue: se hizo allí una misa de cuerpo presente.
Su verdugo, al ser detenido, dijo que la noche anterior recibió un mensaje satánico. Parte de la familia de la joven cree que el asesino supo a quién tenía en sus manos. “No me cabe duda que el Señor, en su infinita misericordia, decidió que Paula estaba lista para partir a su lado”, comentó una prima.
“Maripí”, como llamaban a Paula algunos de sus amigos y familiares, era una persona sensible, muy comprometida con lo social. Cuidaba ancianos y colaboraba con el convento de Carmelitas Descalzas. Vivía sola en un departamento alquilado en la sexta sección de la capital mendocina. Se había mudado allí cuando sus padres se separaron y la familia se disgregó. Su papá y dos de sus hermanos viven en España, mientras que su mamá estaba en Mar del Plata y otra hermana en Buenos Aires.
Paula había comprado otra casa con la herencia familiar, pero eso la tenía muy angustiada. Estaba en pleito con los vendedores y podía perderla. “Cuando quiso mudarse detectó varias fallas de construcción que hacían inhabitable el lugar. No canceló la compra porque pensaba demandar a los dueños y en las últimas semanas la amenazaban con quitársela”, comentó Silvana Toso, amiga e hija del periodista José Luis Toso, con quien trabajaba Paula. Ellos la consideraban de la familia.
La joven quería refaccionar la propiedad y transformarla en un hogar para ancianos abandonados: “No puedo dejar que esos abuelos vivan solos, yo sé lo que es estar sola”, le repetía a sus amigos. Pero no pudo concretar sus planes. El destino le había reservado un absurdo y horrendo final.
Fuente: http://www.clarin.com/policiales/absurdo-joven-asesinada-nombre-Diablo_0_1170483016.html