Está presente en la mayoría de las casas y te ha sacado de más de un apuro. Calentar un vaso de leche, unas sobras del día anterior, descongelar el pescado, hacer unas palomitas e incluso cocinar con él.
Hablamos obviamente del microondas, un electrodoméstico amado por muchos, pero que también ha sido protagonista de innumerables leyendas domésticas.
Desde un punto de vista científico, las microondas son una forma de radiación electromagnética no ionizante cuyo espectro se sitúa entre las ondas de radio y los infrarrojos. Pero, ¿cómo consigue este aparato calentar nuestra comida?
Para que la distribución del calor sea homogénea por todo el alimento, los hornos microondas disponen de un ventilador que distribuye las ondas por el interior y un plato giratorio que hace que el alimento reciba la microonda por todas partes», explica a ABC la doctora María Dolores Selgas, directora del departamento de Nutrición, Bromatología y Tecnología de los Alimentos de la Universidad Complutense de Madrid.
Su principal ventaja respecto a otros electrodomésticos, como los hornos convencionales, es que la velocidad de calentamiento es más rápida, hasta cuatro veces superior.
Aunque todos los alimentos pierden algunas propiedades cuando son sometidos a procesos de cocinado, en el caso del microondas «la pérdida de nutrientes es menor porque el alimento se calienta antes y está menos tiempo sometido al calor», asegura la doctora Selgas.
Este electrodoméstico también ha sido víctima de cierta demonización por sus posibles efectos nocivos para la salud, pero la experta asegura que las microondas «no son más perjudiciales que una radio o un televisor».
Fuente: ABC.es