La aplicación de mensajería instantánea WhatsApp fue noticia por el posteo de un usuario de Twitter llamado Pablo Mendivil. En el mismo se observa cuatro imágenes que obedecen a cuadros de conversaciones de un chat con un amigo suyo, al que le intervinieron el teléfono. A partir de ahí, los ciberdelincuentes quisieron aprovecharse de sus contactos al solicitarles una transferencia de dinero a una cuenta.
Al conocer el modus operandi, Pablo se prestó al juego a sabiendas de que del otro lado existía una persona que se dedica a las estafas virtuales. La conversación arrancó con una pregunta del delincuente -que se hacía pasar por su amigo- sobre si estaba disponible o en línea para hacerle una consulta. Al responderle afirmativamente, el diálogo continuó: “Pablo querido. ¿Te puedo molestar con un favor?”. Con el correr de los minutos, la charla continuó hasta decantar en una transferencia de dinero a una cuenta a nombre del ladrón.
Mendivil contó el detrás de escena de la publicación que tuvo una viralización inmediata y que sirvió para alertar a otros usuarios de casos parecidos: “La persona que robó la cuenta de WhatsApp empezó a escribirles a todos los contactos. A cada uno le mandaba el mismo mensaje, pidiéndole una transferencia como si fuera nuestro amigo, diciendo que lo necesitaba urgente”.
Esta llamativa solicitud, al llegar a varias personas, alertó al círculo cercano del damnificado a tal punto de que se empezaron a cruzar mensajes en línea y comenzaron a sospechar de esta actitud: “A algunos les pareció raro el pedido e intercambiaron mensajes entre todos. Era difícil ubicar al dueño de la línea porque habitualmente lo llamamos al celular. Una vez que lo pudieron contactar y aclaró que no era él, que de hecho no podía entrar a su WhatsApp, empezamos a mandar cadenas de mensajes entre amigos para avisarles a todos que era una trampa”.
“Cuando me contactaron a mí, yo ya estaba al tanto del tema, y me divirtió seguirle el juego al delincuente e imaginar su cara al abrir el ‘falso’ comprobante que le mandaba”, subrayó Pablo, que ofició de justiciero al seguirle la charla. Para darle forma a la estafa, el monto que se pedía era de 65 mil pesos a una cuenta a nombre de Juan Carlos Kula.
Al final de todo el hilo, Pablo le envió un comprobante ficticio que enunciaba: “Ladrón, hijo de put…, ponete a trabajar, ya estamos todos al tanto de la estafa”. Sin embargo, el mismo no llegó a destino, ya que en la pantalla había una sola tilde. El motivo de ello esconde una nueva secuencia: “Cuando bloquearon la línea, esta persona me volvió a contactar desde otro número de teléfono, también por WhatsApp, y le había puesto en el perfil la foto de mi amigo”.