Desde este jueves 18 de diciembre, los usuarios del subte podrán utilizar nuevamente las galerías subterráneas de la 9 de Julio que unen las líneas B, C y D, cerradas durante tres meses mientras se realizaba un plan integral de renovación de sus instalaciones. Los pasajeros que las utilizan a diario se encontrarán con un moderno diseño y amoblamiento en los 70 comercios que funcionan allí, además de las mejoras relacionadas con un nuevo sistema de aire acondicionado, luminarias, cartelería, sanitarios, pisos y techo. La reapertura se hizo con la presencia del jefe de Gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y el titular de Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) Juan Pablo Piccardo, entre otras autoridades. Según las autoridades, los trabajos de renovación demandaron poco más de tres meses, con una inversión total de $ 18.000.000. Durante el período que duraron las obras, los comerciantes debieron dejar los locales, pero recibieron una compensación económica por el tiempo que cerraron. Con todos ellos se negociaron nuevos contratos de concesión. Los que vieron el trabajo, aseguran que “parece un café de Palermo”. Antes de las obras las paredes de los locales se veían grises; las vidrieras, desordenadas; los pisos, gastados, y los pasillos, obstaculizados por diferentes objetos. Ahora predominan un diseño con cierta pulcritud y una mezcla de colores marrones y claros. En tres meses se colocaron pisos de porcelanato, se mejoraron los accesos desde Carlos Pellegrini y de Cerrito, se instalaron dos espacios con conexión wi-fi gratuita y recarga de teléfonos celulares y se colocó nueva señalética. «Quisimos generar una mezcla entre la tradición y la modernidad en un espacio que no se tocaba hacía 50 años», explicó Juan Pablo Piccardo, titular de Sbase. A pesar del concepto innovador aplicado el equipo, que estuvo a cargo de Verónica López Quesada, gerente corporativa de Sbase y líder del proyecto, mantuvo la esencia de los locales más antiguos, como los puestos donde se lustran zapatos o la mítica peluquería, en los que se aplicó una estética conservadora que podría trasladar a los visitantes a la década del 60. Además, todos los comercios fueron distribuidos de forma tal de optimizar el espacio y mejorar la estética. PASAJES CON MURALES La nueva cara de las instalaciones está maquillada con un mural de 35 metros de largo con 2400 cerámicos esmaltados a mano que recorre gran parte del pasaje Newton, que conecta la galería Norte con las líneas B y D. También allí, sobre la salida de Carlos Pellegrini, se encuentra un mural de Gaturro creado por Nik. La intervención artística del pasaje Newton fue obra de Manuel Ameztoy y Ernesto Arellano, quienes trabajaron con un equipo de diez personas durante 120 días. La técnica utilizada por los artistas fue la serigrafía sobre cuerda seca, la misma que se utilizó en los murales realizados durante la década del 30 en otras estaciones de la red. «Intentamos recuperar la técnica histórica para tratar de darle una continuidad», explicó Arellano. «El concepto que elegimos para la obra fue el movimiento. Así los pasajeros pueden sentirse en una especie de viaje mientras atraviesan el pasaje», agregó. La galería norte, también conocida como pasaje Juan de Garay, fue construida en 1949, pero abierta al público diez años después. La sur, o pasaje Pedro de Mendoza, en cambio, fue habilitada en 1964. A su alrededor se generaron varias historias, como que las galerías fueron construidas como refugio antibomba. Pero sólo se trató de mitos.
Renovaron pasajes subterráneos del Obelisco
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