El primer ensayo abierto al público y a sala colmada de tres obras (el plan era presentar tres obras diarias nuevas de autores argentinos a lo largo de los siete días de la semana) se realizó el 28 de julio de 1981 en el teatro Picadero, que días después, entre la noche del 5 y la madrugada del 6 de agosto, fue incendiado por un grupo de tareas, atribuido extraoficialmente a la Marina. Este hecho generó una asamblea pública, de la que participaron entre otros Adolfo Pérez Esquivel (recientemente había sido nombrado Premio Nobel de la Paz) y Ernesto Sábato, que decidió trasladar la actividad al teatro Tabarís de avenida Corrientes, una sala de 700 butacas, durante los siguientes tres meses, donde se desarrolló la experiencia a sala llena en todas sus funciones. Las primeras reuniones que dieron forma a Teatro Abierto se realizaron en el bar de Argentores con la participación de autores como Osvaldo Dragún (el principal promotor del acontecimiento), Carlos Gorostiza, Ricardo Halac y Tito Cossa, entre otros, y respondió al impulso de dar respuesta a la negación del teatro argentino que se estaba realizando desde el Estado. Hubo dos hechos que impulsaron a la comunidad teatral a pensar algún tipo de respuesta que derivó en Teatro Abierto: la eliminación de la cátedra de Teatro Argentino Contemporáneo en la Escuela Municipal de Arte Dramático (EMAD), tradicional centro de formación del quehacer teatral local, y también que ese mismo año el director del Teatro San Martín, Kive Staiff, ante la consulta periodística de por qué no había en las salas oficiales puestas de dramaturgos argentinos respondió, “¿de qué autores? Si no hay autores argentinos”, en declaraciones que fueron publicadas por el diario Clarín. “Teatro Abierto fue una respuesta a un gobierno dictatorial que estaba negando el teatro argentino; muchos actores y directores estábamos prohibidos y actuábamos con seudónimos, hubo también episodios de censura y autocensura y entonces surgió esta idea movilizada por Dragún de hacer 21 obras cortas nuevas de 21 autores tres por día todos los días de la semana”, cuenta a Télam Rubens Correa, que formó parte del grupo originario y que en esa primera edición dirigió “Lobo.. ¿estás?» De Pacho O’Donnell. “Gris de ausencia”, de Cossa; “El acompañamiento”, de Gorostiza; “Lejana tierra prometida”, de Halac; “Papá querido”, de Aída Bortnik; “La cortina de abalorios”, de Ricardo Monti; “Decir sí”, de Griselda Gambaro; y “Tercero incluido”, de Eduardo Pavlovsky, fueron algunas de las 20 obras que se vieron en el ciclo. “Creo que más allá de la fuerte significación política de Teatro Abierto, fue interesante porque reeditó y saldó un viejo conflicto sobre el teatro nacional, que se remonta a una polémica de principios del 900 entre Mariano Bosch y Vicente Rossi”, propone Gonzalo Demaría, escritor, ensayista y autor de obras como “Tarascones”, “Deshonrada” y “El acto gratuito”. “En esta polémica -cuenta Demaría- Rossi sostenía que el teatro argentino, con autores nacionales, actores y público nacional, nacía con los hermanos Podestá, mientras que Bosch negaba esta posibilidad; creo que Teatro Abierto cerró esta polémica con una demostración de que el teatro argentino ni siquiera desaparece con una dictadura que lo niega y lo persigue y un incendio que quiere acallarlo; Teatro Abierto es un símbolo y con él queda firme que el teatro argentino existió y existe”. Experiencia única en el mundo, movimiento estético-social que movilizó a un público que también estaba silenciado, como señaló el actor Onofre Lovero, Rubens Correa marca también la posibilidad de la aparición de Teatro Abierto a partir de la existencia previa de un fuerte movimiento de teatro independiente que arranca en la década del 30. “Creo que Teatro Abierto es un hito fundamental de la historia del teatro argentino y que tiene mucho que ver con la existencia del teatro independiente”, asegura Correa. “Cuando Barletta funda el Teatro del Pueblo en noviembre de 1930, meses despué
Se cumplen 35 años de la histórica experiencia de Teatro Abierto
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