COMO GANAR DINERO
CON SECOND LIFE
Ya es posible inventarse una nueva
vida en Internet. O darse una segunda oportunidad para vivir la
propia. En el ciberespacio se puede controlar la realidad y el
futuro. 300.000 personas han creado su ‘álter ego’ en un mundo
virtual llamado
Second Life
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Hace un año,
Second Life
tenía 17.000 habitantes. Ahora superan los 289.000.
La mayor parte de ellos (un 75%) son
estadounidenses. El usuario medio es un hombre
(57%), de 32 años de media, que pasa cuatro horas al
día conectado a SL. Pero, ¿qué es exactamente
Second Life?
“SL es un país”, explica Rosedale, “un lugar digital
en el que quienes viven allí experimentan algo
imposible en el mundo real, que están controlando su
futuro”, añade. “Es el primer mundo virtual que se
ha convertido en fenómeno de masas”, explica Giulio
Prisco, licenciado en Física Teórica y Computacional
y usuario de SL como Giulio Perhaps. “Es el fenómeno
social más interesante que hay en estos momentos.
Puedes sentir en tus huesos que estás inmerso en
algo importante”.
Para vivir en
Second Life sólo hace falta visitar la web (secondlife.com),
descargarse el programa en el ordenador y
proporcionar los datos de una tarjeta de crédito.
Aunque el servicio de SL es gratuito, la tarjeta se
utiliza con dos fines: impedir la entrada a menores
de edad e identificar a los usuarios en caso de que
se vean tentados de cometer delitos en su nueva vida
digital.
El primer paso para
vivir en SL es crear un avatar, es decir, un doble
digital. Los residentes tardan una media de cuatro
horas en elegir el nombre y el aspecto físico de su
nuevo álter ego. Les preocupa la primera impresión
casi tanto o más que en el mundo real, ya que su
personalidad no está definida. Nadie les conoce; no
tienen trabajo, ni estudios, ni amigos, ni raíces
familiares. Su única tarjeta de visita es su
aspecto, y de él dependen las posibilidades de
entablar nuevas relaciones.
En este mundo
virtual, que ya tiene el tamaño de la ciudad de
Boston, se puede encontrar literalmente cualquier
cosa que uno se pueda imaginar: casas, coches,
casinos, playas, ríos, Nueva Orleans, música en
directo, Amsterdam, parques de atracciones, ciudades
medievales, prostitución, sectas, matrimonios,
museos, helados, embarazos, fiestas, el Partenón.
Con conocimientos de diseño gráfico se puede
construir de todo, y hasta vivir de ello.
Es lo que ha hecho
Juan Maestre. A este madrileño de 24 años,
estudiante de Telecomunicaciones, le encanta diseñar
objetos en 3-D, así que su avatar, Sarg Bjornson,
tiene una tienda donde vende atracciones para los
jardines de los residentes: montañas rusas, coches
de choque, pistas de hielo… “He construido muchas
cosas que sólo han visto mis familiares y amigos.
Ahora, las ve un montón de gente”, explica. Además,
Sarg gana unos 200 euros al mes vendiendo
diversiones virtuales.
El mundo virtual está
basado, como el real, en el dinero. O mejor, en la
propiedad. Rosedale explica que hace tiempo leyó un
libro que le impactó, El misterio del capital. En
él, el economista peruano Hernando de Soto asegura
que el triunfo de la economía capitalista se basa en
la propiedad de la tierra, y ésta es la idea que
sostiene SL. Pasearse por este mundo es gratis.
Hablar con sus habitantes, también. Pero si uno
quiere hacer un negocio, necesita alquilar o comprar
un terreno o una casa. La moneda del país es el
dólar Linden, que equivale a unos 300 dólares del
mundo real. Además de un hogar, los habitantes de SL
compran todo tipo de productos con los que
satisfacer a su otro yo: alimentos, bebidas, ropa,
muebles joyas… Los residentes de SL se gastaron,
sólo en el mes de enero, cinco millones de dólares
en 42 millones de transacciones. Los objetos son
virtuales, pero el dinero es muy real.
Ganar dinero es una
de las motivaciones de los residentes, aunque pocos
lo confiesen. El mundo de SL crece al ritmo de
20.000 nuevos habitantes al mes, en parte gracias a
la historia de Anshe Chung. Esta mujer china fue
portada de Business Week hace dos meses por haber
logrado amasar 250.000 dólares comprando y vendiendo
tierra en SL. Es la especuladora virtual más famosa
del mundo. La historia de Chung ha atraído a muchos
usuarios a SL. Juan Maestre, que forma parte del
equipo de voluntarios que guía a los novatos por el
nuevo mundo, lo explica así: “La mayoría de la gente
te pregunta dos cosas: cómo hacer dinero y dónde
está el sexo”.
Porque también hay
sexo en
Second Life. Hay pornografía, hay nudismo y hay
prostitución. Mujeres avatares ofrecen relaciones
sexuales virtuales de media hora de duración por
unos dos euros. Y también hay quien busca relaciones
serias, es decir, se casa dentro del propio juego,
embaraza a su avatar y tiene hijos.
Nanci
Schenkein, una estadounidense que
ronda la cincuentena, era
planificadora de bodas y, cuando se
retiró, decidió serlo también en el
mundo virtual. Su avatar, la
exuberante Baccara Rhodes, ha
organizado más de cien enlaces, que
tienen, como todos, su ceremonia
–religiosa o no, y oficiada por
jueces o curas avatares–, su
banquete, su fiesta y su álbum de
fotos. Y cuando se le pregunta por
qué alguien querría casar a un
montón de píxeles con otro montón de
píxeles, Nanci contesta: “Hay cien
razones para cada historia. Los hay
que buscan la relación feliz y
completa que no tienen en su vida
real. Otros buscan demostrar al
resto de la población que esa
persona es, de algún modo, suya.
Algunas son parejas en la vida real;
otros nunca se han conocido ni se
conocerán. Es una vía de escape y
nadie hace daño a nadie”.
En
realidad, los problemas crecen en SL
al ritmo en que lo hace su
popularidad. En un principio, los
administradores se negaron a imponer
reglas o limitaciones, pero,
finalmente, instauraron lo que
denominan las big six o seis grandes
normas que, si se violan de forma
reiterada, pueden terminar con la
expulsión del habitante:
intolerancia (realizar declaraciones
racistas o sexistas), acoso (de
cualquier tipo), asalto, desvelar
información sobre la vida real de
otro residente, indecencia (y aquí,
y debido al crecimiento de los
contenidos pornográficos, hay una
gran zona gris) y perturbar la paz.
Linden Lab reconoce que ya ha
expulsado a algunos habitantes. Las
conductas vandálicas que han
“perturbado la paz” en SL van desde
quien transforma su casa en un
horrible bodrio para luego poder
comprar a buen precio las de sus
vecinos, a la organización de grupos
neonazis y de sectas.
SL no
es más que una transmutación del
mundo real poblada por personas
reales. Y, por eso, es capaz de lo
peor, pero también de lo mejor. Un
ejemplo es Brigadoon. Se trata de
una isla privada creada por John
Lester, antiguo director de
neurología en el hospital General de
Massachusetts. Lester está
trabajando con enfermos con el
síndrome de Asperger, que tienen
dificultades para entablar
relaciones sociales. El médico
investiga si un mundo virtual, en el
que los enfermos puedan relacionarse
a través de un tercero que le
representa, puede ayudarles para
mejorar sus relaciones en el mundo
real.
El
número de residentes de SL aumenta
día a día, pero ¿qué es lo que
buscan realmente sus usuarios?
“Mucha diversión”, dice Rosedale, y
añade: “Buscan escapar. Les mueve el
deseo de ser alguien que quieren
ser, pero quizá no pueden”. El mejor
ejemplo es el aspecto físico. El
programa ofrece dos opciones
básicas, un hombre y una mujer,
jóvenes y bien parecidos. A partir
de ahí hay múltiples posibilidades
para transformar el avatar. Si uno
pasa varias horas en SL se da cuenta
de que la mayor parte de sus
habitantes serían top models en el
mundo real. “Es un mundo de barbies
y kens viviendo en casas de tres
pisos”, opina Juan Maestre. “Tienes
que trabajar mucho en tu avatar para
que sea feo”, confirma Giulio
Prisco. En todo caso, en SL hay
motivaciones similares a las del
mundo real. “Es muy típico buscar
explicaciones fantásticas a
conductas que uno no entiende,
cuando en realidad las razones
pueden ser muy simples”, explica el
doctor Juan Alberto Estallo, que ha
investigado los efectos psicológicos
de los videojuegos y otras
tecnologías (Videojuegos: juicios y
prejuicios. Planeta, 1995). “Puede
ser la curiosidad, o el morbo, o el
aburrimiento”, añade.
En
las oficinas de Linden Lab, y
mientras Philip Linden sigue volando
por los cielos de SL, Philip
Rosedale reflexiona sobre lo
aprendido en estos cuatro años. “Lo
que más me ha sorprendido”, cuenta,
“es la forma en que la gente ha
reconstruido el mundo real”.
Rosedale explica que, al principio,
muchos pensaron que SL se parecería
a Matrix. Los habitantes podrían
convertir SL en cualquier mundo
real, o imaginado. Y lo
transformaron en Los Ángeles. “La
casa de los sueños es siempre la
misma. Estilo Frank Lloyd Wright
sobre el mar. Los coches son
Ferrari. Y la gente es
increíblemente bella, y visten como
supermodelos”. Y concluye,
sonriendo: “Second Life se parece a
Los Ángeles porque ese es el sueño
de todo el mundo”.
Visita el Sitio de SecondLife:
www.secondlife.com
Las mejores imágenes de Second Life
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