En esta época estamos acostumbrados a la inmediatez. Si queremos leer las noticias, las tenemos a un click en el teléfono. Podemos comprar un billete de avión en dos minutos, hacer una reclamación o pedir comida japonesa desde nuestro sofá. Pero ¿y si queremos semillas femininzadas? ¿Qué ocurre si somos consumidores de marihuana y queremos tenerla siempre a mano, como ocurre con la cerveza o el tabaco? Pues según donde vivamos, lo tendremos más o menos fácil, pero lo que está claro es que no tan fácil como sugiere la máquina expendedora de marihuana que se ha puesto en funcionamiento en Vancouver, Canadá. Más allá de lo chocante que resulta esta imagen, lo cierto es que en Canadá la marihuana no es del todo legal, aunque varios tribunales han avalado facilitar la venta a aquellos a los que se les haya prescrito por un médico. Esta máquina expendedora está situada en la Sociedad del Dolor, y los enfermos diagnosticados y recetados con marihuana o sus derivados, pueden comprar de manera fácil, rápida y con todas las garantías. Resulta fácil de imaginar en qué situación se encuentran los enfermos que se han atrevido a buscar alguna alternativa a sus tratamientos convencionales y se han visto obligados a recurrir al mercado ilegal en tal situación de vulnerabilidad. Por eso es importante que la normativa, las investigaciones y los médicos vayan de la mano, para no incurrir en situaciones absurdas o peligrosas para los ciudadanos que eligen, de manera medicinal o recreativa, consumir esta sustancia. Si hay cantidades fijas a partir de las cuales es ilegal su tenencia, o sabemos en qué locales podemos consumir (por ejemplo en los clubes cannabicos, cada vez más de moda en ciudades como Barcelona), será mucho más difícil saltarse involuntariamente la ley. Y es que el panorama de la marihuana cambia a una velocidad vertiginosa, y a veces parece difícil no perderse sin mapa.