Si usted pensaba que debajo de los casquetes polares de la Antártida solo hay un paisaje inerte, le avisamos que está lejos de la realidad. Esto porque recientemente unos investigadores australianos, que pretendían averiguar qué está sucediendo con el cambio climático, encontraron algo que no esperaban y que los dejó estupefactos.
Los científicos, que habitualmente recogen datos sobre la acidez, oxigenación y temperatura del agua en la Antártida, querían obtener ahora imágenes del ecosistema marino subacuático.
Para ello, abrieron un agujero en la capa de hielo de un metro y medio de espesor en la Bahía O’Brien, cerca de la estación de investigación Casey, en la zona oriental del continente blanco. Posteriormente por ese orificio hicieron descender un robot dotado con una cámara, que encontró el fondo a 30 metros de profundidad. En ese lugar grabó lo impensable hasta ese momento: un colorido bosque de esponjas, algas, gusanos, estrellas de mar, arañas marinas y pepinos de mar
Curiosamente, esa flora y fauna, según los científicos, prospera gracias a la protección que le brinda la gruesa capa de hielo que impide que las duras inclemencias climáticas de esa zona, afecten la vida submarina.
Sin embargo un peligro latente amenaza a este ecosistema. De acuerdo a Johnny Stark, investigador de la División Antártica Australiana, un cuarto del dióxido de carbono emitido a la atmósfera es absorbido por los océanos, que aumentan así su acidez.
“El dióxido de carbono es más soluble en agua fría, por eso las aguas polares se están acidificando al doble de velocidad que las aguas tropicales. Creemos que estos ecosistemas serán los primeros en ser impactados por la acidificación de los mares”, se lamentó.