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sábado, noviembre 2, 2024
Tráfico ilegal de huesos humanos en Argentina

Tráfico ilegal de huesos humanos en Argentina

En una sociedad donde la ilegalidad roza con lo cotidiano, comprar y vender huesos humanos es una actividad turbia que tiene lugar, tanto en los cementerios de la C.A.B.A. como también de la provincia. Estudiantes de medicina, médicos forenses, sepultureros y empleados de cementerios y funerarias son quiénes, por profesión u oficio, tratan y negocian con restos humanos.

Este comercio poco transparente cuenta con dos protagonistas indispensables: un vendedor (sepultureros) y un comprador (generalmente estudiantes de medicina). Sin embargo, la forma legal de obtener los huesos es a partir de un certificado otorgado por la facultad y otro emitido por el cementerio garantizando la tenencia. Con respecto a este tema, Sebastián Di Giacomo, de 22 años y estudiante de kinesiología de la UBA, sostiene: “La facultad entrega un certificado de alumno regular pero no te autoriza a retirar huesos. Además, no te lo da “la facultad” sino un profesor o ayudante de la materia”.
Una vez presentada esta constancia en el Cementerio, la administración emite un certificado que aclara que el portador de huesos es estudiante de medicina, además de cuántos y cuáles huesos retiró. Ahora: ¿Qué sucede cuándo este intercambio se realiza de forma ilegal?
Según el Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Ley N° 1472, en el articulo Nº 67: “Quien inhuma o exhuma clandestinamente o profana un cadáver humano, viola un sepulcro o sustrae y dispersa restos o cenizas humanos se sanciona con cuatrocientos a cuatro mil pesos de multa o dos a diez días de arresto.” Circular con huesos o poseerlos puede generar problemas ya que se debe justificar su origen y el motivo.

A pesar de que los huesos sólo se utilizan para la materia “Anatomía”, los estudiantes se arriesgan a conseguirlos de forma ilegal y los empleados a venderlos por unos pocos pesos. Además, no alcanza sólo con conseguirlos del cementerio legal o ilegalmente, los huesos deben ser tratados para evitar su descomposición, es decir, para poder conservar los huesos en perfecto estado hay que sacrificar una olla, limpiarlos, tirar todos los restos y darle dos o tres manos de barniz para que no se pudran.
Sin embargo, la Universidad cuenta con una Huesoteca donde los estudiantes pueden alquilar huesos por un lapso para luego devolverlos. La otra opción legal es comprar las piezas artificiales en locales cercanos a la facultad, el problema de estos huesos artificiales es que son muy caros y los accidentes óseos no tienen la forma real; las variaciones que se pueden ver en los mismos huesos de dos personas distintas no se pueden apreciar.

Una empleada administrativa del Cementerio de Recoleta, explica de mala manera: “Estamos cansados de que estudiantes vengan y nos pidan huesos, para conseguirlos vayan a Chacarita”.
De varios empleados sólo dos accedieron a hablar sobre el tema. Luego de varias preguntas y respuestas evasivas uno de ellos dijo: “Sí, en Chacarita venden huesos”.

Evidentemente, el cementerio de Recoleta no es el lugar más propicio para que estudiantes u otros consigan huesos, tanto legal (presentando el certificado) como ilegalmente; uno de los motivos son los requisitos que piden en la administración cuando, en teoría, con el certificado de estudiante alcanza.
Un empleado de la Huesoteca de la UBA, afirma: “Si querés conseguir huesos tenés que ir a los cementerios de provincia, por Capital es jodido. Si vas a Recoleta a pedir huesos te sacan cagando, en Chacarita por ahí es más fácil, aunque lo ideal es irte al de Morón».
La venta ilegal de huesos podría controlarse no sólo si se vigilara a quiénes los venden sino también controlando la salida del cementerio; quiénes retiraron cuerpos de esta forma aseguran haber salido del lugar sin que nadie los revise ni certificados que los autoricen.

Dentro del cementerio, el sepulturero es quién se encarga de llevar a los interesados al llamado “osario común” (allí se encuentran los huesos que reposan en pleno estado de descomposición) para que éstos elijan a cambio de dinero que queda a criterio del consumidor.
Un estudiante de medicina comenta: “Por lo personal, cuando cursé materias dónde necesité huesos, me dirigí al cementerio de Morón y hablé directamente con el sepulturero, quién apenas le pregunté me pidió una `propina para la birra’. Me llevó a una cueva llena de huesos dónde yo pude elegir la cantidad y variedad que quería. Me los llevé en una bolsa de consorcio negra”.

Existe un foro dónde estudiantes de medicina comparten sus experiencias y recomiendan a sus compañeros cuáles son las formas más fáciles de conseguir huesos. Una estudiante cuenta: “Me llevaron a un subsuelo con una gran pila de huesos todos rotos y tuve que darle un par de mangos al tipo, en total le di treinta pesos y a lo último me traía el atlas y el axis encajados, dos clavículas para que elija”

Pero no sólo los estudiantes de medicina acceden a este comercio, también se decanta el lado morboso de muchas personas que de esta forma se hacen propietarios de huesos humanos para darle usos poco convencionales. Mucha gente los utiliza para hacer macumbas o por simple morbosidad. Aparentemente, esto parece preocupar a algunos empleados de cementerios que, a pesar de atreverse a vender y comerciar con huesos que descansan en el cementerio y deberían cuidar, luego de realizar el intercambio muestran interés sobre la finalidad de la compra. Cuenta un estudiante: “Al final me pregunta ‘¿de verdad sos estudiante de medicina?’ Le dije q si y le mostré la libreta. Y me dice ‘me quedo más tranquilo porque acá viene cada uno a pedir huesos para hacer maldades’”.
Al parecer, los huesos que se entregan y venden en los cementerios provienen de cuerpos que no fueron reconocidos por sus familiares y, luego de un tiempo, depositados en el osario común del cementerio. El artículo Nº 6 de la Ley N° 26298 ya mencionada, aclara que los cementerios deberán prestar, entre otros servicios, una fosa común dónde se depositan los restos de personas no reconocidas luego de un tiempo de descansar en la Morgue. A partir de una orden judicial son trasladados a este lugar donde, si el negocio ilegal de los huesos se lo permite, yacerán para siempre.

Silvia Palmerio, 50 años, bacterióloga del Laboratorio de Análisis Clínicos de la Morgue Judicialde la Nación, explica: “Cuando llega un cuerpo no reconocido a la morgue se toman las huellas digitales y se comparan con personas denunciadas como desaparecidas. Si no hay coincidencias, se debe esperar una orden judicial. El tiempo que permanecen ahí es variable y en caso de que no los reconozca nadie van a Chacarita”.
Sobre este tema, la Ley de Cementerios en el artículo Nº 27 desarrolla: “Los cadáveres o restos humanos no identificados o que no hayan sido reclamados dentro del plazo que señala el Código Sanitario y su Reglamento, podrán ser dedicados a fines de investigación científica.” Y en el artículo Nº 28: “Los cadáveres o restos humanos de las personas mayores de edad, que hayan hecho manifestación de voluntad de donar sus restos para fines de investigación científica, serán entregados a sus destinatarios.”
Los cadáveres y sus huesos son utilizados y, en algunos casos, necesarios para el estudio y la investigación científica, el problema es la forma en que se controla y se regula la actividad. Pero la Argentina no es el único lugar donde la demanda de huesos implica un intercambio ilegal; distintos países del mundo comercian cadáveres con reglas poco claras.
En Bolivia, por ejemplo, una investigación dejó ver las irregularidades en la obtención de cuerpos, en este caso, por parte de Universidades reconocidas. La Universidad de San Simón posee cuerpos para el estudio y explica que los obtiene a partir de un acuerdo con el Hospital Viedma. Sin embargo, las autoridades del nosocomio aseguran que el acuerdo no existe. Además, en la Universidad de Saint Paul ocurrió un hecho que denota la negligencia de autoridades y profesionales: el rector dejó descomponiéndose cinco cuerpos en el techo de un edificio de la ciudad. Las autoridades bolivianas conocen que existe un reglamento que regula la entrega de huesos pero que no especifica quién debe entregarlos, trasladarlo y controlarlos.
En Colombia, también se realiza el comercio ilegal de huesos y las partes que participan son: de un lado sepultureros, del otro estudiantes de medicina y odontología. En una investigación periodística explican cómo funciona el negocio y citan a un sepulturero durante la negociación con un estudiante: ” ‘Yo le consigo los dientes, hasta un cráneo, pero si quiere el cuerpo, toca encontrarnos mañana´, dijo un hombre que aseguraba ser sepulturero del cementerio de Matatigres, mientras convencía a un estudiante de Odontología para que le hiciera la compra. Otros estudiantes, que prefieren no identificarse, afirman que incluso en pleno día han estado presentes mientras los vendedores le retiran los dientes al cráneo dentro de las instalaciones del mismo cementerio.”

El comercio de huesos es una práctica que inevitablemente se desarrolla en distintas regiones. La responsabilidad recae en varias personas para poder contrarrestar la ilegalidad. Autoridades nacionales, provinciales y municipales deberían tener en cuenta el marco legal que rodea a las prácticas funerarias; mientras, los actores intervinientes (sepultureros, alumnos y autoridades de estos establecimientos) tendrían que adoptar un comportamiento responsable desempeñando cada uno el rol que le corresponde.

http://plumasyespadas.com/el-mundo-del-trafico-de-huesos-humanos/

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