Donald Trump rompió con la tradición democrática estadounidense este miércoles, eludiendo comprometerse a reconocer el resultado de la elección presidencial y machacando su sospecha de unos comicios amañados a favor de Hillary Clinton, en el tercer y último debate entre los rivales. «Veré eso en el momento oportuno. Pero lo que he visto hasta ahora es muy malo», dijo Trump a una pregunta del moderador Chris Wallace sobre si aceptaría los resultados la noche electoral del 8 de noviembre. «Te mantendré en suspenso, ¿ok?», añadió. «Es perturbador», respondió inmediatamente Clinton. «Está denigrando y rebajando nuestra democracia», afirmó la ex secretaria de Estado de 68 años. Así, Trump se coloca en contradicción con su propio compañero de fórmula, Mike Pence, quien había dicho antes a CNN que el resultado sería aceptado «ciertamente». Su hija, Ivanka, también había afirmado que su padre respetará la votación «de cualquier forma». «Creo que lo va a alienar de muchos votantes», dijo el jefe de campaña de Clinton, Robby Mook. La campaña de Trump intentó apagar el fuego: «Lo que está diciendo es que no va a aceptar simplemente una elección hasta que sea certificada y verificada», dijo Sarah Huckabee, una portavoz. Debajo en las encuestas, asediado por acusaciones de conducta lasciva con mujeres, Trump, de 70 años, ejecutó su mejor desempeño en los debates pero no alcanzó a dar el fenomenal golpe de efecto necesario para convencer a los votantes indecisos, tres semanas antes de los comicios. Durante hora y media en Las Vegas, Trump y Clinton se batieron en un duro debate: la demócrata acusando a su adversario de ser una «marioneta» del presidente ruso Vladimir Putin, y el republicano acusando a la ex primera dama de estar detrás de las mujeres que lo acusan de conducta sexual inapropiada. Para Clinton, Trump es el «más peligroso» candidato a la Casa Blanca en la historia moderna. «Es una mujer mala», señaló de su lado el republicano. El ambiente no podía ser más frío. Los candidatos no se dieron las manos, ni al llegar ni al partir. Desde el inicio, la veterana política y el antiguo showman y empresario se ubicaron en campos opuestos en todo los asuntos, desde la Corte Suprema a las armas, pasando por el aborto, Rusia, la economía, los impuestos, la política extranjera y la inmigración. Clinton afirmó que la propuesta de Trump de deportar a los 11 millones de indocumentados «es una idea que desgarrará al país». «Necesitamos sacar a los malos hombres», señaló Trump. El millonario denuncia desde hace días un complot en su contra encabezado por la prensa «deshonesta» y afirma que la votación será «manipulada». Aunque autoridades y expertos dudan de la posibilidad de un fraude masivo de votos en el descentralizado sistema electoral estadounidense, Trump observa un «sistema manipulado por los donantes» de Clinton, a quien tacha como una política corrupta y deshonesta. «A ella no debería permitírsele hacer campaña y solo en ese sentido digo que está amañado», señaló en referencia a la polémica de Clinton sobre sus emails «y muchas otras cosas». Trump también afirmó no conocer a las mujeres que ahora afirman haber sido manoseadas por él, señalando que esas acusaciones «han sido desmentidas», pero además sugirió que Clinton y equipo podrían estar por detrás de las denuncias. «Yo creo que ella incitó a estas personas a dar el paso adelante», dijo Trump, apuntando el dedo a Clinton, acusándola de organizar «una campaña sucia» basada en denuncias que son «mentiras». Clinton de su lado atacó a Trump por sus posiciones favorable al presidente ruso, Vladimir Putin. Clinton sugirió que en la Casa Blanca Trump será «una marioneta» de Putin. «No, tú eres la marioneta», lanzó secamente el republicano. Aunque tremendamente impopular y considerada por muchos como deshonesta, Clinton disfruta en las últimas semanas de un aumento en los sondeos, que la colocan 6,5 puntos por delante, según un promedio de sondeos nacionales del sitio web Real Clear Politic
Trump se rehusó a decir si aceptará el resultado electoral
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