Una buena muestra arqueológica
de los tiempos pasados de bonanza es, sin dudas, la segunda y
hasta la tercera computadora en casa, para trabajar, para los
chicos o la infaltable notebook. Si bien es cierto que hoy el
panorama cambió, estas máquinas –que quedaron algo
desactualizadas- pueden aprovecharse al máximo con una mínima
inversión.
¿Cómo? Un simple cable, un par de
tarjetas de red y un hub o divisor bastan para crear una red
casera y así compartir entre todas las máquinas no sólo una
impresora, sino también el escáner, el acceso a Internet,
el disco rígido, el lector o la grabadora de CD y la disquetera.
La ventajas de un red o LAN (por
red de área local en inglés) son muchas. Además de contar con
más recursos para todas las máquinas, puede hacerse un backup
de la información más importante o los archivos más pesados en
la PC que tenga más espacio libre o, para los amantes de los
juegos en red, sentarse frente a la pantalla durante horas
jugando al Quake o Unreal.
Antes de poner manos a la obra,
es conveniente contar con Windows 95 -o una versión posterior-
instalado en todas las computadoras, ya que este sistema
operativo ofrece un ayudante para armar la red paso a paso.
También puede ser Linux, un sistema operativo muy
familiarizado con redes de todo tipo.
Aquí hay que hacer una primera
parada, ya que no es lo mismo instalar una red para dos
computadoras que para tres. En el primer caso la conexión será
directa (de máquina a máquina) y para el segundo, hay que
recurrir a un hub o divisor que repartirá, entre todas
las computadoras, el acceso a todos los periféricos.