El Dr. Emilio Andruet, cuyo compromiso con el sistema judicial argentino se extendió hasta el 1 de diciembre, decidió presentar su renuncia a su cargo como camarista en lo criminal y correccional. Su decisión, a la edad de 62 años y a solo tres del retiro, se enmarca en una profunda crisis de vocación y en la percepción de la ética dentro de su profesión.

La Crisis de Vocación en la Justicia

Andruet manifestó haber perdido la vocación necesaria para ejercer su función. Este planteo abre la interrogante sobre si los jueces, fiscales y defensores públicos deben gozar de un interés genuino por su trabajo. En el ámbito judicial, donde se administra justicia, es crucial que existan motivaciones que van más allá del estatus social o económico.

La Naturaleza del Servicio Judicial

El papel del magistrado no debe ser visto como una vía para ascender socialmente, sino como un compromiso con la justicia. Es alarmante que algunos profesionales se presenten para distintos roles judiciales, como fiscales y defensores, que inherentemente tienen posturas opuestas. Esta confusión de funciones podría desdibujar la esencia de la vocación judicial.

La Importancia de la Experiencia Práctica

Una de las inquietudes expresadas por Andruet se centra en la necesidad de que los funcionarios judiciales tengan una formación integral, que incluya experiencia tanto del lado de la defensa como del acusador. Esta perspectiva es fundamental para tomar decisiones informadas que impactan vidas humanas, evitando que jueces y fiscales actúen desde una posición alejada de las realidades que enfrentan los ciudadanos.

Ética y Responsabilidad en la Función Judicial

El magistrado también denunció actitudes antiéticas en la conducta de algunos colegas, señalando la manipulación de figuras penales y el uso indebido de procedimientos administrativos para controlar a otros funcionarios. Esto plantea la pregunta sobre si los miembros del sistema judicial deberían adherirse a estándares éticos más altos que el resto de la sociedad.

La Exigencia de la Ética en el Ámbito Público

Definitivamente, los funcionarios deben cumplir con estándares éticos diferenciales. Su trabajo no solo implica una gestión pública de recursos, sino el poder de ejercer la coerción en nombre del Estado. Este poder conlleva una responsabilidad que debe ser sostenida por principios éticos fundamentales: honestidad, integridad y respeto a la ley.

Un Llamado a la Reflexión

Como bien expresara San Martín, ser parte del servicio público conlleva un compromiso que va más allá de lo individual. La vocación por la justicia debe ser alimentada por una disposición genuina para servir a la sociedad, un llamado que hoy parece resonar con mayor fuerza tras la renuncia de Andruet.