Título: El Astillero Río Santiago: Un Gigante en la Inopia de la Industria Naval
Bajada: A dos décadas de su último gran contrato, el emblemático astillero enfrenta un futuro incierto, con un presupuesto que genera cuestionamientos sobre su viabilidad económica.
El Astillero Río Santiago (ARS) se ha convertido en un símbolo de ineficiencia dentro del sistema estatal bonaerense. Con una historia que lo precede como el mayor constructor naval de Latinoamérica, hoy enfrenta un profundo desencanto: su último contrato significativo fue firmado hace 20 años. En este contexto, el concepto de sustentabilidad parece haber quedado relegado, como lo demuestran sus previsiones para 2026: un gasto anual proyectado de $105.175 millones, frente a ingresos apenas estimados en $1.210 millones.
Un futuro financiero incierto
Las cifras revelan una alarmante realidad: el astillero solo genera el 1,15% de los fondos necesarios para su funcionamiento, según el proyecto de ley de presupuesto enviado por el gobernador Axel Kicillof a la Legislatura. Este desfase ha proyectado un enfoque crítico entre los sectores opositores, que comienzan a seguir la discusión del presupuesto con especial atención.
Con $43 billones destinados al funcionamiento estatal, la administración del ARS se enfrenta a un verdadero «agujero negro» en las finanzas públicas, que no pasará desapercibido en las próximas discusiones legislativas.
Un legado en declive
Fundado por Juan Domingo Perón en 1953, el ARS se había erigido como una potencia en la construcción naval. Sus vastas instalaciones en Ensenada, ocupando 33 hectáreas estratégicas, han permanecido prácticamente inactivas en las últimas décadas. Tras las privatizaciones de los años 90, el gobierno asumió su administración para evitar su traspaso a manos privadas, pero la compleja gestión, marcada por la fuerte influencia sindical, ha dificultado su competitividad en la actual industria naval.
La «fábrica de sueldos»
En tiempos recientes, el astillero parece haber cambiado su enfoque. Con 2.700 empleados, el 93,5% de su presupuesto se destina a salarios, con un sueldo promedio cercano a los $2.800.000. Comparativamente, los fondos asignados por la Provincia para fomentar el comercio y ayudar a afectados por desastres naturales son significativamente menores, lo que resalta la burbuja de gastos del ARS.
Un especialista del área categorizó al astillero como “una fábrica que solo produce recibos de sueldos”, una afirmación que parece difícil de refutar al observar la falta de actividad productiva.
Desafíos en la gestión
La gestión del astillero está marcada por la incertidumbre. Desde la renuncia del ex presidente Pedro Waseijko por presiones sindicales, la dirección se mantiene vacante. Waseijko defendió su gestión, destacando esfuerzos por mejorar la infraestructura y buscar nuevos contratos, a pesar de haber tenido que despedir a casi 500 empleados por ausentismo.
Con un contexto donde las instalaciones permanecen inutilizadas desde hace años y los convenios impiden reducir personal, el astillero se debate entre mantener el status quo y buscar redefiniciones estructurales. Sin embargo, las propuestas para transformarlo en una sociedad anónima o del Estado han fracasado, dejando la situación en un estado incierto.
Posiciones enfrentadas
Desde el ministerio de Producción se argumenta que el estancamiento del ARS proviene de políticas económicas desfavorables desde los años 90 y que durante la gestión anterior se buscó desmantelar la institución. Aun así, el presupuesto para el 2026 prevé ingresos que son insuficientes incluso para cubrir los sueldos de una mínima parte de los trabajadores.
Mientras el ARS continúa su lucha por encontrar un camino viable en un entorno económico desafiante, la presión para desentrañar su futuro parece aumentar, dejando a la sociedad en la expectativa de un desenlace que podría redefinir su legado histórico.
