VUELVE EL
LANZAPERFUME!
Es la droga retro que estalla en la
noche porteña. El inhalante fue furor hasta los ’70 en Brasil, donde
Rita Lee le dedicó una canción. Ahora está de moda en los boliches y
fiestas tecno. Cada frasco cuesta 30 pesos
Por Leandro Filozof http://www.elargentino.com
Los parlantes marcan un ritmo
contagioso, golpeteos que movilizan el cuerpo. En la pista la gente
se deja llevar y no parece cansarse. Algunos se pasean con cervezas,
con tragos, otros con botellas de agua, pero hay un grupo al que se
lo ve concentrado en un frasquito color caramelo que circula de mano
en mano. Le sacan la tapa y lo dan vuelta en una remera, en un
pañuelo, en el pedazo de tela que tienen a mano. Se lo acercan a la
nariz o la boca y lo inhalan. Después de unos segundos y por unos
minutos bailan aún más desenfrenados, más desinhibidos. Es que la
popular droga de los setenta, el lanzaperfume, furor en el carnaval
de Río de Janeiro y a la que Rita Lee rindiera honor con una
canción, circula ahora en la noche porteña. Un clásico que regresa
de la mano de las jóvenes generaciones y que integra el rubro de las
drogas menos convencionales.
“Tomé varias veces, te da una sensación de euforia y una fuerza que
no podés parar con nada –cuenta Diego, de 20 años y vecino de Villa
del Parque–. La probé por primera vez a los 17, en un boliche que se
llamaba Big One (ahora es State). Lo ponés en un pañuelo o remera,
donde puedas inhalarlo. Los primeros diez segundos sentís
escalofríos y el efecto dura poco, uno o dos minutos, pero en ese
rato no parás de moverte.”
La droga hoy circula casi exclusivamente en boliches o fiestas de
música electrónica y sus consumidores, en general, pertenecen a la
franja que tiene entre 14 y 40 años. Se vende en frascos chicos –de
veinte mililitros–, de tapa a rosca y de color caramelo, a treinta
pesos la unidad. Se consiguen en los boliches mismos o en la
entrada, donde siempre hay algún oferente. Los vendedores compran el
líquido a 300 pesos el litro a intermediarios que se abastecen en
laboratorios del circuito ilegal, y lo fraccionan. De cada litro
obtienen 50 frascos, que requieren una inversión de 100 pesos. Es
decir: tienen un costo de 8 pesos por unidad y una ganancia de 22.
Con una sola noche en la que vendan todos los envases, embolsarán
unos 1.100 pesos.
Según información de la Asociación de Reducción de Daños de
Argentina (ARDA), la droga es de venta libre y sus efectos –un
cuadro de desinhibición, falsas percepciones o ilusiones,
pensamiento confuso, somnolencia y ocasionalmente amnesia– aparecen
bastante rápido, segundos después de la inhalación. Desaparecen
entre quince y cuarenta minutos después, dejando una sensación de
embriaguez similar a la del alcohol. La asociación también advierte
que el producto es “altamente inflamable”, razón por la que alerta
del riesgo de fumar o encender un cigarrillo mientras se aspira.
“Los elementos con los que se fabrica, cloroformo, cloruro de etilo,
éter y alguna sustancia perfumada, son de fácil preparación y
acceso, entonces se hacen en cualquier laboratorio casero. Hay de
tres colores, verde, amarilla y negra, que indican más o menos
concentración de droga”, explica la psicóloga y socióloga Liliana
Vázquez, directora de AAbra, centro de día en patologías del
consumo. “El peligro mayor son las arritmias cardíacas o
depresiones. Además si se está en un baile intenso hay más riesgos
de que produzca síncopes. Los inhalantes, en general, no producen
dependencia física pero sí psicológica y tolerancia, es decir, se
necesita cada vez más para conseguir el efecto buscado. Esto trae
todos los riesgos que significa un uso abusivo de un solvente”,
agrega la profesional, responsable del servicio de salud mental del
Hospital Piñero. Lo que habría que preguntarse, sostiene, es “por
qué la recurrencia, por qué se pierde el objeto del vínculo social,
y el encuentro pasa a ser unívoco con la droga, sea lanzaperfume,
cocaína, alcohol o Popper”.
La droga tiene una historia que se remonta a principios del siglo XX.
En 1906 se producía en la Argentina en frascos de vidrio con
rociador y se exportaba a Brasil, donde apareció por primera vez en
el carnaval de Río. Se lo usaba en batallas de espuma durante los
corsos, como una diversión más del tradicional festejo. La
popularidad del lanzaperfume creció hasta llegar a su esplendor con
una canción de la cantante y compositora brasileña Rita Lee. “Lança
perfume” era el nombre del tema, que compuso con su marido Roberto
Carvalho, y la letra decía, por ejemplo: “Lanza chiquita, lanza todo
ese perfume / Desbaratadora, no da para quedarse inmune a tu amor /
que tiene aroma a cosa loca”.
Lo recuerda Eduardo Kalina, psiquiatra con un master en adicciones y
profesor de la Universidad del Salvador. “Aunque la cantante lo
popularizó por los ’80, ya era conocida en 1958. Pero cuando se
extendió, se usó salvajemente –cuenta–. Hubo muertes y se prohibió
en Brasil. Ahora, esta sustancia que no tiene utilidad para la
salud, se usa compulsivamente y se consume a pesar de que hace daño.
La gente se droga para llegar a situaciones extremas, consumir de
esa manera tiene muchos riesgos de muerte.”
El lanzaperfume es una droga que suele compartirse. “La tomé por
primera vez a los 18 años en Pachá –cuenta Bruno, que ahora tiene
20–. Estábamos con un grupo de amigos, todos habían probado y no
quise quedarme afuera, me intrigaba saber qué sensación producía.
Después, lo hicimos algunas veces más. Cuando lo tomaba sentía que
el corazón se me aceleraba, me provocaba placer.” Diego confiesa que
también supo compartir ese placer: “La duración del frasco varía
según la cantidad que tomás, puede ser una noche, media noche o una
hora. También depende de si lo repartís entre tres o diez. Y de cuán
drogado quieras estar. A veces, hasta me sobraba”.
La cuestión adquiere más gravedad cuando se mezcla con otras
sustancias, advierte Kalina: “Puede producir trastornos cardíacos,
cardiopulmonares, cerebrales, la muerte incluso. El uso de drogas se
transformó en una forma de idiotizarse y de llegar a límites
extremos. En la actualidad la tendencia es mezclar, entonces es muy
difícil establecer los riesgos”. En esta misma línea opina la
licenciada Vázquez: “Se toma alcohol, la pastillita del amor y otras
drogas que generan un cóctel complicado y peligroso para la función
cardíaca”.
Es una droga más que se agrega a la lista de las menos
convencionales, ligada a la música tecno, que altera los sentidos y
alarga la fiesta hasta la madrugada sin que se sienta el cansancio
del cuerpo. Se vende en Internet, se consigue en los boliches y en
las fiestas. Como dice Diego, “donde hay punchi, seguro que alguien
tiene lanza”
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