jueves, diciembre 4, 2025
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El Mapa del Estrés Financiero que Atrae la Atención del BCRA

Aumento del Endeudamiento en Argentina: Un Desafío Creciente para los Consumidores

El último informe del Banco Central revela un preocupante aumento en el endeudamiento de los argentinos, lo que plantea serias preocupaciones sobre la salud financiera de muchos ciudadanos.

Según el reciente reporte semestral del Banco Central sobre los prestadores no financieros de crédito, el endeudamiento medio por cliente alcanzó en julio la cifra de $5,6 millones, marcando un impresionante incremento del 75% en comparación con los $3,2 millones del año anterior.

Este dato refleja una doble realidad: 6,2 millones de personas combinan deudas en entidades bancarias y en el sector no bancario, donde las condiciones de financiamiento son considerablemente más gravosas.

¿Cuánto Dicen Deber los Argentinos? Una Mirada a la Deuda Actual

De acuerdo al informe del Banco Central, el saldo promedio en bancos es de $4,4 millones, mientras que los deudores suman otro $1,2 millones en entidades no bancarias, como billeteras electrónicas, cadenas comerciales y cooperativas.

Actualmente, existen 542 prestadores relevantes fuera del sistema tradicional, que acumulan $11 billones en colocaciones, lo que incluye tarjetas de crédito y préstamos personales. La combinación de estas cifras y las altas tasas de interés culminan en una presión financiera palpable para muchos argentinos.

«La subida de tasas que tuvo lugar durante gran parte del año tensionó el acceso al crédito familiar», comenta Gabriel Meloni, experto en consumo.

La calidad de las carteras de créditos muestra una clara desmejora: la tasa de irregularidad (mora) combinada en bancos y entidades no bancarias se sitúa en 8,6%, más del doble que en enero. Es crucial destacar que la mora en el sector no bancario alcanza un alarmante 15%.

Analizando por tipo de producto, los préstamos personales de fintech y financieras tienen un 20% de morosidad, los planes para electrodomésticos presentan un 27% y las billeteras exhiben un 18% de impagos. El BCRA considera mora a partir de los 90 días, aunque advierte que la porción de deuda «en riesgo» está creciendo antes de ese plazo.

Meloni sostiene que «una gran parte del problema radica en la descoordinación entre la inflación y el costo del crédito«. Mientras la inflación anual se ubica en 23%, las tasas nominales en el sector no bancario rondan el 129% anual para préstamos personales, y las tarjetas de crédito bancarias tienen un promedio de 92% anual.

Esto implica que el interés mínimo supera cuatro veces el aumento de precios, lo que limita la capacidad de pago y alimenta futuros atrasos.

Las Causas del Aumento en Préstamos No Bancarios

El informe destaca un fuerte crecimiento en financiamiento fuera de los bancos, con un aumento del 144% en préstamos no bancarios y un 53% en el uso de tarjetas de crédito. Este fenómeno se debe, en parte, a decisiones estructurales del gobierno, que redujo la liquidez para salvaguardar el tipo de cambio, resultando en una menor oferta de crédito bancario», explica Meloni.

Las empresas, billeteras y cadenas comerciales aprovecharon esta situación, ofreciendo crédito con requisitos más flexibles (y tasas más altas) que resultaron atractivas para quienes no podían o no querían acceder a los bancos.

Después de las elecciones, el Banco Central comenzó a relajar restricciones para movilizar recursos y estimular los préstamos bancarios. Estas medidas buscan abaratar el crédito formal y aliviar la presión del sector no bancario.

Sin embargo, la transición no es inmediata. Se requiere tiempo y confianza para que las entidades reanuden el crédito. Mientras tanto, el stock de deuda y las altas tasas de interés pueden convertir la porción «en riesgo» en mora efectiva.

El experto sugiere que existen dos posibles caminos a corto plazo. En un escenario positivo, la reducción de restricciones y una mejora gradual en los flujos de depósitos permitirán a los bancos ofrecer créditos más competitivos, lo cual aliviará la carga para los hogares y disminuirá la presión sobre los prestamistas no bancarios.

En un contexto adverso, una desaceleración económica junto a elevadas tasas de interés podría aumentar los impagos: la mora crecería, las entidades no bancarias endurecerían las condiciones y aumentaría la exclusión crediticia de sectores vulnerables.

Para afrontar esta situación, empresas y reguladores deberían enfocarse en el monitoreo de la cartera «en riesgo», implementar políticas de reestructuración para deudores capaces de pagar y fomentar la competencia bancaria como alternativa más accesible.

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