El cine de Kathryn Bigelow vuelve a cautivar con Una casa de dinamita, una obra que sumerge al espectador en un ambiente de desesperación y tensión, ahora disponible en Netflix. Este estreno, que marca el inicio de la temporada de premios, se destaca por su narrativa íntima y su enfoque en conflictos bélicos inminentes.

La trama gira en torno al lanzamiento de un misil nuclear que se dirige a Chicago, generando un pánico inminente. La historia se desarrolla en un corto lapso de tiempo, donde un ataque devastador podría eliminar a millones en cuestión de minutos. Bigelow, que hizo historia al ser la primera mujer en ganar el Oscar a la mejor dirección por “Vivir al límite”, nos presenta no solo el efecto inmediato de la amenaza, sino también los diversos puntos de vista de los personajes en la sala de crisis de la Casa Blanca.

La directora sigue un enfoque similar al famoso Rashomon de Akira Kurosawa, donde se presenta la misma situación desde diferentes perspectivas. Esto no solo añade complejidad a la narrativa, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre la naturaleza de la verdad en tiempos de crisis. Cada relato nos muestra facetas distintas de un mismo hecho, manteniendo el suspenso y la intriga hasta el final.

El guion de Noah Oppenheim introduce a la capitana Olivia Walker, interpretada por Rebecca Ferguson, quien dirige la sala de situación de la Casa Blanca. A lo largo del filme, observamos cómo otros personajes toman protagonismo, entre ellos Daniel González (Anthony Ramos), cuyo papel como líder militar en Alaska es crucial para el desarrollo de la historia. Además, el Secretario de Defensa y el presidente de EE. UU. (Idris Elba) también aportan a la narrativa tensa y multifacética.

A pesar de la falta de acción convencional, Una casa de dinamita es un thriller psicológico que logra mantener al espectador al borde del asiento. Bigelow crea un ambiente opresivo, donde la angustia se convierte en el hilo conductor a través de cada fotograma. La atención al detalle y la construcción de la trama garantizan que el temor a una catástrofe nuclear sea palpable en todo momento.

Este año, Una casa de dinamita no recibió los reconocimientos que merecía en el Festival de Venecia, un escenario que ya llevó a la fama a The Hurt Locker. Sin embargo, su enfoque innovador y la profundidad emocional que logra Bigelow hacen de esta película una experiencia imperdible. Con un reparto de lujo, que incluye a Gabriel Basso y Jason Clarke, esta obra recuerda que el verdadero horror no siempre se manifiesta con sangre, sino con la posibilidad de una tragedia inminente.