Desde la Casa Rosada: Alejandra Monteoliva asume como nueva ministra de Seguridad
Alejandra Monteoliva ha sido nombrada como la nueva ministra de Seguridad en una ceremonia que dejó huella en la política argentina. Este cambio no solo simboliza un relevo en el cargo, sino también la continuidad de una estrategia marcada por su predecesora, Patricia Bullrich.
Un juramento que trasciende lo institucional
El presidente Javier Milei llevó a cabo una ceremonia especial en el Salón Blanco de la Casa Rosada, donde Monteoliva recibió su juramento. Este evento se convierte en un símbolo de la permanencia de una política que ha marcado la agenda de seguridad del país.
Milei, que ha delegado gran parte de la conceptualización en seguridad a Bullrich, ha optado por Monteoliva como la figura ideal para mantener esa línea. “Es la continuidad de la política que venimos haciendo y la doctrina Bullrich está más fuerte que nunca”, aseguró Monteoliva tras su asunción.
¿Quién es Alejandra Monteoliva?
Con una sólida formación académica en ciencias políticas y un máster en desarrollo regional, Monteoliva ha suscitado respeto en el ámbito de la seguridad en Latinoamérica. Su trayectoria incluye colaboraciones en programas de seguridad en Colombia, Honduras y El Salvador, lo que la ha posicionado como una figura clave en la región.
Su carrera profesional se ha forjado trabajando con organismos internacionales y en gestiones provinciales, siendo parte del círculo más cercano de Bullrich desde 2015, cuando fue nombrada directora de la Dirección Nacional de Operaciones. En 2024, su función como secretaria de Seguridad la preparó para este nuevo desafío al frente del ministerio.
Una política de continuidad ante la incertidumbre
Para el gobierno actual, el nombramiento de Monteoliva representa un deseo de seguir la impronta marcada por Bullrich: una orientación hacia la “tolerancia cero”, el despliegue territorial y una estandarización en los procedimientos de seguridad. Esta postura es vistas como fundamental para Milei, quien promete un enfoque de orden en tiempos de inestabilidad social.
No obstante, el pasado de Monteoliva no está exento de controversias. En 2013, su renuncia durante una crisis de acuartelamiento policial en Córdoba dejó una impronta que muchos preferirían olvidar. Ese evento puso de manifiesto desafíos en la conducción que ahora se reexaminarán a nivel nacional.
Expectativas a futuro
Monteoliva asume su nuevo rol con un claro mandato: mantener el rumbo. En un contexto donde los cambios en el gabinete son frecuentes, su nombramiento es visto como un intento de estabilizar el ambiente de seguridad. El tiempo revelará si esta decisión se traduce en un fortaleza estratégica o en vulnerabilidades.
