La mejor ubicación de un piercing dental en la boca es en los caninos e
incisivos superiores porque la relación con los labios es menos agresiva y
está más preparada.
La pieza se puede poner en cualquier diente, sea éste natural o implante de
resina de porcelana, exceptuando el de metal.
El piercing puede ser cementado por tiempo indeterminado, cosa que no causa
ningún daño al elemento dental, pero es recomendable que no exceda el
período indicado de tres meses, aproximadamente. Después de este período,
puede ser quitado y adherido en otro diente, si el cliente así lo desea.
El piercing dental ha sido diseñado para satisfacer la demanda cosmética de
pacientes atrevidos y divertidos, teniendo en cuenta los parámetros de la
odontología adhesiva moderna:
Se coloca mediante una técnica adhesiva, sin necesidad de hacer tallados o
perforaciones y, por lo tanto, sin daño alguno para el esmalte del diente.
Es tan sencillo de colocar como de retirar.
Se coloca en una única sesión de unos pocos minutos de duración sin
necesidad de anestesia y sin molestia alguna.
En condiciones normales, dependiendo de los hábitos alimenticios e
higiénicos, su duración puede alcanzar el año, aunque es recomendable que no
exceda de los tres meses, pudiendo ser quitado y adherido en otro diente si
el paciente así lo desea.
No supone ningún riesgo, molestia o inconveniente para la salud.
Tiene la posibilidad de ser reversible, pues se sitúa sólo en superficie y
no penetra al interior de la dentina.
Se elabora con materiales atóxicos y se coloca con materiales odontológicos
convencionales.
Se adapta perfectamente a la forma del diente desprendiendo un sorprendente
brillo.
El piercing dental es ligeramente más caro que los que se colocan
habitualmente en otras partes del cuerpo (oreja, lengua, ombligo, etc.),
pero hay que tener en cuenta que su colocación está realizada por personal
perfectamente cualificado, no tiene efectos secundarios y es reversible.
Fuente
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